lunes, 30 de agosto de 2010

Doña Jacqueline y sus dos maridos...

De todos sus diseños como arquitecto, John Carl Warnecke destaca por uno en especial: el proyecto de la tumba del presidente John F. Kennedy. John Warnecke falleció el 17 de abril de 2010 a los 91 años, debido a un cáncer de páncreas. Su relación con el Presidente Kennedy comenzó en los años cuarenta, cuando el futuro mandatario pasó varios meses tomando algunos cursos como oyente en la Universidad de Stanford y Warnecke era jugador del equipo de fútbol de la institución.  Fue precisamente una lesión en el terreno de juego lo que libró a Warnecke de realizar el servicio militar y en 1942 consiguió el título de Maestría en Arquitectura de la Universidad de Harvard.

A finales de los cincuenta se hizo famoso por su proyecto para el edificio de la Embajada de EE UU en Bangkok. Warnecke fue pionero del concepto que ahora llamamos “arquitectura integrada al paisaje” y consideró en cada uno de sus proyectos, la historia de los lugares en los que estarían ubicados. En 1963, John F. Kennedy le pidió que se integrase en el organismo que aprobaba todos los proyectos de los edificios federales en Washington y trabajó en los planos de la biblioteca presidencial.

Tras el asesinato del mandatario, a petición de su viuda, Warnecke  ideó el proyecto para su tumba en el Cementerio Nacional de Arlington, cuya construcción concluyó en marzo de 1967. "El diseño y la composición final deben ser simples. De esa simplicidad y dignidad, vendrá su belleza", escribió a Jacqueline Kennedy quien aprobó con satisfacción su diseño minimalista. En un documento enviado al Congreso, de 76 páginas, el arquitecto escribió la tesis de su proyecto:  "This particular hillside, this flame, this man and this point in history must be synthesized in one statement that has distinctive character of its own. We must avoid adding elements that in later decades might become superficial and detract from the deeds of the man". Durante la construcción del proyecto, la viuda y el arquitecto desarrollaron una romántica y profunda  relación que estuvo a punto de concluir en matrimonio, sin embargo, ante las fuertes presiones familiares y políticas, su relación terminó en diciembre de 1967.

La semana pasada, después de almorzar en Ray’s Hell Burgers, ese sitio de hamburguesas que frecuenta el Presidente Barak Obama, ubicado en Arlington, mi amigo, Alfonso Berthier y yo después de haber engullido una enorme hamburguesa “Au poivre-Seared with a Black Peppercorn Crust”  decidimos caminar para exorcizar la culpa y ayudar a la digestión. El Cementerio Nacional de Arlington fue una excelente opcion; al recorrer a pie este lugar histórico, pudimos observar desde lejos, la tumba del Presidente Kennedy, su simpleza y la llama votiva cautivan la vista de los visitantes.  Al lado derecho de la tumba del Presidente Kennedy, se encuentra la tumba de su viuda, cuya inscripción dice: Jacqueline Bouvier Kennedy-Onassis. Ignoro el debate que pudo haber causado el hecho de que se incluyera en la lápida de Jacqueline, el apellido de su segundo marido, el magnate griego Aristóteles Onassis. Tampoco encuentro explicaciones lógicas del por qué la mujer siendo dos veces viuda, debió cargar hasta su muerte con el lastre de sendos apellidos, uno de cada marido; hay muchas cosas dentro de la cultura americana que mejor ni pregunto, y tampoco me esfuerzo por entender…

 

 

 

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