jueves, 12 de febrero de 2009

El tesoro de Fabio

Fue difícil decirles adiós. No quise voltear a ver sus rostros porque tenía un nudo en la garganta. Solo recuerdo sus manos morenas agitándose en el aire. Algunos de ellos, los mas agiles corrieron al lado del helicóptero que me llevaría a Vitoria, Espíritu Santo, a tomar el avión de regreso a los Estados Unidos. La noche anterior, después de cenar frijoles, arroz blanco y papas hervidas, Fabio un niño de 9 años se acerco y me abrazo con fuerza. Su padre había sido asesinado a tiros 8 años atrás, por una banda de narcotraficantes, ahí en su favela. Su madre en tanto, era violada, mutilada y posteriormente dejada  moribunda por los asaltantes. Sentí el cuerpecito tibio de Fabio. Me dio de pronto una bolsa de plástico y una nota. Adentro venia una camiseta color limón, autografiada por el mismo. No podía hablar. El director del orfanato decía que había nacido sordo; el médico que lo atendía señalaba que el estruendo de los balazos había destruido sus tímpanos de infante. A pesar de las terapias, se negaba a hablar, sin embargo, podía escribir. A señas Fabio me explico que esa camiseta era su tesoro, lo único que tenia de su padre. La nota decía: Te echare de menos...Fabio.

Llegue a Sao Paulo invitado por el Dr. Milton Alphonso, Presidente de Golden Cross, la segunda compañía de seguros en Brasil. Alphonso es propietario de varios hospitales, escuelas, universidades, hoteles, y benefactor de orfanatos en seis ciudades de ese inmenso país. Se calcula que sus donativos ascienden a la fecha a decenas de millones de dólares, destinados a la filantropía. Mi misión era simple: acompañarlo en un recorrido por los orfanatorios así como dar entrenamiento a los profesionales del Centro de Informática de la Universidad del Santo Amaro para instalar centros de aprendizaje equipados con tecnologías de información y apoyar el  diseño y desarrollo de contenidos educativos en orfanatorios, para romper mediante educación, el ciclo de miseria de los huérfanos.

Algunas veces en helicóptero y otras en su avión privado,  recorrí con el Dr. Alphonso los diversos orfanatos; Campinas, Sao Paulo; Belo Horizonte, Minas Gerais; Vitoria, Espirito Santo y  Fortaleza, Ceara. Fue en Vitoria en donde mi estancia se prolongo por dos semanas. Alphonso había rentado una quinta para ofrecer un campamento educativo a los "meninos" durante quince días. De esta manera, aprovecharían las vacaciones de verano, y tendrían al mismo tiempo la ilusión de vacacionar, fuera del hospicio. Tuve la fortuna de observar de cerca el impacto del afecto, la educación y la disciplina en la vida de los niños. Grandes ollas de comida se preparaban diariamente para más de 150 huérfanos que habían sido recogidos de las calles de Vitoria. El campamento educativo consistía en deportes organizados, lecciones de Ingles, Computación y Música. La mayoría de los niños antes de ser trasladados al orfanatorio por las autoridades, habían incurrido en actos delictivos y estaban en riesgo de muerte: algunos habían probado o  vendido drogas, otros habían sido amenazados por grupos paramilitares, algunos mas se habían prostituido o dedicado a robar en las calles, y todos ellos, dormían a la intemperie.  La obra de Alphonso intenta dar a los niños de la calle,  una esperanza de vida. Deje la quinta de Vitoria con una certeza: tenía que reordenar mis prioridades.

     

 

 

 

 

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