entre los 10 y los 15 años de edad leí obras que deslumbraron y produjeron un efecto hipnótico sobre la ficción escrita que marcaria el resto de mi vida: Las crónicas de narnia de CS Lewis, El señor de los anillos de JRR Tolkien, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes y Saavedra, Poemas del otoño de Rubén Darío, Cien años de soledad de Gabriel Garcia Marquez, y El alienista de Joaquim Machado de Assis, entre otras. Viajar era imposible en esos años, sin embargo a través de las alas inmensas de mi imaginación viaje por muchos sitios.
De adulto, al empezar a trotar el mundo, me hice el propósito de visitar lugares históricos y sitios natales de aquellos autores famosos que me impresionaron en los años azules de mi niñez, en un esfuerzo por recrear la emoción que disfrute en aquella época.
Mi propósito de visitar Nicaragua, Colombia, y Brasil se cumplió en la década de los años ochenta. Recorrí diez y ocho países latinoamericanos y aprendí que en nuestro continente la realidad supera a la ficción. Nada hay de romántico en la escritura de Darío, nada de magia en Garcia Marquez y tampoco de naturalismo en Machado de Assis que no haya sido palpado con la yema de mis dedos, al caminar por las calles de Cartagena, Managua, o Sao Paulo.
Visitar Alcalá de Henares en España, se cumplió en la década de los noventa. Camine por la casa natal de Cervantes como quien cumple una manda. Recorrí los pasillos, la sala, las recamaras, el patio de atrás y salí de ese sitio con la confianza de que podía releer el Quijote y encontrar respuestas a tantas preguntas sobre el autor de la novela más prodigiosa y así satisfacer respuestas que aliviaran mi curiosidad insaciable.
A principios del 2005, cumplí la otra parte de mi promesa: recorrer Oxford, Inglaterra y buscar los fantasmas de CS Lewis y JRR Tolkien. Oxford huele a viejo. La primera crónica en donde aparece el poblado de Oxford data del año 912 y está situada a unos ochenta kilómetros al noroeste de Londres. Famosa por su universidad, sus bibliotecas, y el fuerte ambiente académico, Oxford tiene un encanto adicional: el Pub The Eagle and the Child, sitio a donde el grupo de escritores denominados The inklings acudían con frecuencia. Sus miembros incluían a JRR Tolkien, CS Lewis, Owen Barfield y Charles Williams, entre otros. Los inklings eran escritores entusiastas que apreciaban el valor de la narrativa de ficción y animaban el uso de la fantasía en sus obras. Los inklings sin embargo, jamás fueron una sociedad, ni un club, no había reglas, ni agendas ni elecciones. El propósito de sus reuniones era discutir y leer sus trabajos literarios sin terminar. En el Pub The Eagle and the child CS Lewis y JRR Tolkien leyeron por primera vez sus Crónicas de Narnia y El señor de los anillos.
Llegue al Pub The Eagle and the Child en punto de las doce del dia. Habia leído previamente sobre el sitio e investigado en donde se reunían los autores de mis viajes imaginarios. Pedi a la camarera una mesa en la sala privada The Rabbit Room y le pregunte en que sitio especifico se sentaban Lewis y Tolkien. La chica amablemente me indico la mesa precisa. Pedí mi almuerzo: un plato de fish and chips y una cerveza tibia. Al empezar a comer, cerré mis ojos y desee con toda mi alma que me llegara la inspiración divina, que la musa que bajaba para influenciar en la escritura de los inklings llegara hasta mi. Aun sigo esperando a que ocurra el milagro, aunque tuviera que seguir tomando cerveza tibia…
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