A mis cincuenta años, veo al mundo con cierto desprendimiento, algunas veces con una mirada llena de melancolía, algunas otras, en su mayoría, con la fuerza producida por la llamada ”crisis de la mediana edad”. En los últimos tiempos, se me han reverdecido las pasiones: me trastornan las ideologías. Amo la vida y reverencio sus misterios: el nacer, el enamorarse, y el morir. Pero ante todo, amo la buena conversación. Conversar con Julio Scherer, el maestro del periodismo mexicano, fue re-conocer una parte de la historia reciente de México, mi “paraíso perdido” ; fue hablar de los “recuerdos del porvenir”. Hable con Julio Scherer sobre el “tiempo circular mexicano” durante dos sexenios, el de Gustavo Diaz Ordaz y el de Luis Echeverría, administraciones clave para entender la situación del Mexico contemporáneo. Hable del diario acontecer de un país con vocación de ser grande, de sus alegrías y de sus penas, de sus esperanzas y sus decepciones, de las desgracias y los “golpes de suerte de la caprichosa fortuna”. Entre otras cosas, aprendí de Julio que entre la vida pública y la vida privada de los políticos y de las celebridades hay un flujo de comunicación continua y nunca sabemos a ciencia cierta, en donde están las fronteras entre una y otra. Tal vez lo más importante que aprendí de mi charla con Julio Scherer lo anote en mi cuadernillo de apuntes: “Luis, debes ser fiel a tu conciencia”.
jueves, 12 de febrero de 2009
Aprendizajes...
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