martes, 2 de octubre de 2012

La mayoria...


¿A quién se le ocurre estudiar un doctorado en Lingüística? Me dijo un conocido cuando iba empezando mi programa doctoral en Cincinnati, Ohio. En primer lugar –continuó, la mayoría de las universidades no tienen a la Lingüística como área prioritaria; en segundo lugar, si aspiras trabajar en las empresas, jamás lograras entrar estudiando algo tan inútil y ocioso, a la mayoría de las empresas no les interesa ni necesitan esa espacialidad. Reconozco que esas aseveraciones me intimidaron por un rato y tuve que buscar puntos de apoyo para que mi decisión cobrara sentido y pudiera continuar mis estudios sin que aquellas afirmaciones temerarias pesaran en mi estado de ánimo.
Al concluir el doctorado regresé a Mexico y recuerdo el comentario de una colega: “debes tener cuidado: la mayoría de los jefes aquí en esta institución desconfían de los doctores, y piensan que no son redituables. Hasta hoy ignoro el significado de tal advertencia. Recuerdo que manejé esa tarde de regreso a casa pensando: ¿qué hare para lograr un retorno de la inversión? ¿Cómo evitar decepcionar a mi familia que estuvo a mi lado en esos duros años de estudio? No me gustaría ser improductivo y peor aún, no me gustaría defraudarme a mí mismo ¿Cómo podría dudar ahora? Me preguntaba. ¿Será que aun siendo adultos, la infancia nos envía postales? Los recuerdos de mi niñez me atragantaron por un momento, pero al final de aquella introspección concluí que jamás en la vida he tenido dudas sobre mis capacidades.
Una vez establecido en Monterrey, empecé a dar conferencias y a aceptar propuestas de entrenamiento y consultoría en empresas no solo de Mexico, sino de varios países de America Latina; empecé a viajar y a cotizar razonablemente mis servicios profesionales. Recuerdo muy bien la pregunta de un compañero consultor: ¿Cuánto cobras por hora? Al responderle, afirmó categóricamente: estás loco; la mayoría de las empresas se negarán a pagarte esa suma. Revisé mi tarifa e hice una rápida encuesta entre otros colegas para asegurarme que no estaba “clavando el diente” y hasta la fecha, mis honorarios no espantan a nadie y cobro lo que es justo por la inversión de tiempo y experiencia.
Hace tres años decidí iniciar un Blog y escribir semanalmente para mis amigos; uno de los primeros comentarios que recibí fue: ¿cuál es el propósito de tus artículos? A la mayoría de las personas no les gusta recibir artículos ociosos porque ni tienen tiempo ni están dispuestos a leer lo que escribes.  Tres años después, sigo escribiendo y he ampliando una y otra vez la lista de mis destinatarios; cada semana me anima la ilusión de abrir mi alma y compartirla para exorcizar los efectos de la traición de la memoria. Concluyo que ni tú, mi estimado lector, ni yo, pertenecemos a la mayoría…
                                               

1 comentario:

  1. Doctor,
    Hasta hoy me he percatado de su dirección de blog al pie de su firma de correo.
    Este artículo me recuerda a una frase que leí en algún lado y que dice algo mas o menos así:
    "El placer reside en hacer las cosas que la mayoría de la gente dice que no podemos hacer"

    Gracias por seguir escribiendo.

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