jueves, 15 de abril de 2010

Mundo ancho, tiempo corto.

Desde muy joven me di cuenta que el mundo es ancho y que “la vida es un ratico”; estos han sido los dos ejes de mi vida: mundo amplio y tiempo corto, por eso he recorrido el mundo sin tregua. Mi vida ha sido trashumante siempre: caminar y caminar aunque a veces sienta que mis pasos no me llevan a ninguna parte. Lo cierto es que el mundo cada vez es más complejo y que los viajes, la observación de geografías y el análisis de la variedad cultural que nos ofrece, me han preparado para enfrentar  los retos personales y profesionales de cada día.

 

Después de viajar por casi sesenta países, concluyo que los problemas son universales, y que  las formas de resolverlos son locales. Si las respuestas para solucionarlos son aisladas y carentes de visión, tienden a ser insuficientes; las respuestas locales requieren de un conocimiento enriquecido, diferente y alterno, proveniente de la interacción de seres humanos que han tenido no solo la experiencia interna, sino también la externa y que estén dispuestos a formar redes integradas por grupos diversos e interdisciplinarios. Diversos no solo en género, sino en edades, en orientaciones, en filosofías, en visiones del mundo. No hay una realidad única, sino manifestaciones plurales y lecturas múltiples de la realidad.

 

En mis treinta y tantos años de estar involucrado en el área de la educación, afirmo que las buenas  escuelas deben impartir menos clases y fomentar los viajes, las excursiones, las visitas y los contactos con el exterior; motivar a sus alumnos a ser ciudadanos globales; empujarlos a salir fuera de las aulas y a la vez, deben traer a casa el mundo real y diverso; las buenas escuelas deben evitar el incesto intelectual, contratar profesores  proveniente de universidades públicas y privadas, locales, estatales, nacionales e internacionales; deben fomentar tener dentro del alumnado a estudiantes de distintos países; deben ofrecer cursos en varios idiomas; buscar que los contenidos de los cursos incluyan ejemplos y casos provenientes de economías desarrolladas y emergentes, que incorporen casos de empresas multinacionales así como de las pequeñas y medianas empresas,  y finalmente, deben desarrollar alianzas con otras escuelas en otros países y tener en mente que en educación no se compite, sino se hace sinergia, al fin que “arrieros somos y en el camino andamos”.

 

No concibo al ser humano que prefiere quedarse inmerso y recluido en su localidad, desconfío de aquellos que buscan “especializarse” en un solo tema, cuando lo importante radica en buscar la contextualización, es decir, la búsqueda de conexiones del conocimiento; especializarse implica “cavar la propia tumba”. La homogeneidad es ostracismo, egoísmo y en términos concretos: muerte; la heterogeneidad y el eclecticismo me han salvado siempre; he disfrutado de una vida estimulante y variada.

 

Diez consejos finales para aquellos que como yo, creen que el mundo es amplio y el tiempo es corto:

1.       Cuando viajes, empaca ligero.

2.       Respeta las leyes y reglas del país o comunidad que visites.

3.       Date la oportunidad de experimentar y probar, pero a la vez, toma precauciones.

4.       Aprende el idioma o las expresiones más necesarias para comunicarte y convivir; no te quedes aislado ni convivas solamente con el grupo de nacionales con quienes viajas.

5.       Investiga y prepárate antes de viajar.

6.       No juzgues al país o comunidad que visitas; recuerda que muchas de sus respuestas provienen de una cultura distinta y que tú no eres experto, sino un visitante.

7.       Ten en mente que al viajar, veras a tu país en perspectiva y lo conocerás mejor.

8.       Todo en esta vida se basa en relaciones: aprovecha tu estancia, haz relaciones y mantenlas, afortunadamente dispones de la tecnología que erradica fronteras y distancias.

9.       Ten presente que la diferencia cultural tarde o temprano te causara hastío, fastidio y cansancio: se paciente.

10.   A tu regreso, cuando desempaques, piensa ya en tu próximo viaje.

 

 

 

 

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