sábado, 3 de octubre de 2009

El hechizo de Rio.

Es bella entre las bellas, y por eso ganó! A cidade maravilhosa, Sao Sebastiao do Rio de Janeiro, la segunda ciudad más poblada de Brasil, será la sede de los XXXI Juegos Olímpicos de 2016 y los cariocas salieron a las calles, parques, y playas de la ciudad a celebrar su triunfo sobre Madrid, Tokio y Chicago. Chicago contaba con el encanto de Michelle Obama quien fue la primer celebridad que llegó a Dinamarca a tratar de empujar la elección de su ciudad; días después, aterrizó su marido, Barack Obama primer Presidente Americano en acudir a una ceremonia de votación del COI. Tokio se respaldaba en su poderío financiero y contó con la presencia de Yukio Hatoyama, Primer Ministro de Japón, quien acaba de asumir cargo hace escasas dos semanas; Madrid confiaba en la influencia de su antiguo Presidente del Comité Organizador de los Juegos, Juan Antonio Samaranch, y acudieron además el Rey Juan Carlos de Borbón y Jose Luis Rodriguez Zapatero, Primer Ministro de España. A Rio de Janeiro lo apoyó el carisma de Luis Inacio (Lula) da Silva y la legendaria figura de Pele; fundamentalmente el encanto natural de la ciudad y el argumento de que Sudamérica jamás había hospedado Juegos Olímpicos fueron las razones de mayor peso. “Los otros países presentaron propuestas, nosotros el corazón y el alma” afirmó Lula quien consideró que este triunfo marca al día de la elección, como un día sagrado para los brasileños. Haciendo caso omiso a “los riesgos” de inseguridad, falta de infraestructura, ausencia de limpieza y demás criticas presentadas por los medios norteamericanos principalmente, el Comité Olímpico Internacional dio sus sesenta y seis votos que definieron el triunfo de Rio en Copenhague.

 

He viajado por las cuatro ciudades: Rio de Janeiro, Chicago, Madrid y Tokio; compararlas es como comparar peras, manzanas, melones y mangos. Rio es un mango dulce y sabroso; lugar de hechizo, con bellos espacios abiertos; su mar, el cielo y sus montañas, deslumbran. Mis primeras visitas a la ciudad maravilla obedecían a razones de negocios; al lado de un empresario, desde su helicóptero, pude apreciar el encanto del color turquesa del mar en sus playas de Copacabana e Ipanema, nos detuvimos por instantes allá en el aire, para contemplar los detalles de la estatua gigante de Cristo Redentor sobre el Cerro del Corcovado, después bajamos a tierra para tomar el teleférico del  Pao de Azúcar, una experiencia que exhibe sin pudor las entrañas de la ciudad, y finalmente volvimos a volar para recorrer el majestuoso estadio de futbol de Maracaná, uno de los más grandes del mundo; mis visitas posteriores, ocurridas en los últimos cinco años tuvieron otra faceta: buscar apoyo entre grupos empresariales para establecer “Esperanza sin Límite” un orfanato que recogería a los niños de las calles de Brasil, para evitarles los riesgos de ser prostituidos, caer en venta y consumo de drogas o ser finalmente asesinados por grupos paramilitares que operaban durante las madrugada en las calles exterminando inocentes, en esa ciudad sin límites. Conocí y camine por la “otra cara” de Rio, y recorrí sus favelas, me entreviste con algunos de sus habitantes que vivían hacinados en pequeñas casas de materiales inusitados: plástico, lamina vieja y cartón; me dio escalofrió atestiguar los efectos devastadores de la miseria, especialmente en los niños que desde temprana edad experimentan la violencia, el abuso, la delincuencia, las enfermedades, la desnutrición y el hambre.

 

Pero esas realidades, afortunadamente están en camino de pasar a la historia; afortunadamente Brasil se ha insertado en otra época y en otro nivel de desarrollo: “Nadie puede dudar de la fortaleza de la economía brasileña y de su grandeza social” dijo emocionado Lula en conferencia de prensa, con lagrimas en los ojos, una vez anunciada la decisión. Rio es la ciudad símbolo de una economía emergente que ya no puede ocultar el brillo de la esperanza, reflejo de país que despunta entre una serie de gigantes que dormían pero que han despertado a participar en la nueva economía global: China, Rusia, e India. Tal vez por estar prejuiciado y ser un latino, me quedo con Brasil y celebro su triunfo;  tengo unas inmensas ganas de regresar, de ponerme de nuevo mi camiseta azul, verde y amarillo con las letras de Brasil cerca de mi corazón, festejar y “sambear” junto con mis amigos brasileños, decirles que me emociona que los vientos en Brasil soplen a su favor, y que deseo que en el 2016 el mundo caiga bajo el hechizo de un pueblo que ha sonreído siempre.

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