lunes, 6 de junio de 2011

Saber, para contarla...

“Vuelvo hacia todos lados y miro el llano. Tanta y tamaña tierra para nada. No, el llano no es cosa que sirva. No hay ni conejos ni pájaros. No hay nada. A no ser unos cuantos huizaches trespeleques y una que otra manchita de zacate con las hojas enroscadas; a no ser eso, no hay nada.” Juan Rulfo.

 

Discutí inútilmente con la empleada del mostrador de American Airlines; todo fue inútil. Me dio el asiento 25 A, pegado a la ventanilla en vez del pasillo; abordé el avión resignado a no poder estirar las piernas en aquel minúsculo asiento; afortunadamente el avión despegó de la Ciudad de México a tiempo. No tenia sueño, así que poco tiempo después, cuando habíamos cobrado altura, abrí la ventanilla y miré hacia abajo: vi con tristeza aquella tierra árida, estéril y gris; esa tierra desértica de México sirve ahora solamente de refugio a los maleantes; es lamentable que la principal función de las zonas desérticas consista en ofrecer opciones de circulación al narcotráfico.

En 1910 el 80% de los habitantes de México vivía en el campo; esa proporción se ha invertido. Salvo en las zonas fértiles, el campo es una desolación donde apenas se produce. La propiedad colectiva de la tierra, el ejido, impide la inversión privada. El reparto agrario posterior a la Revolución Mexicana, fue en buena medida una operación demagógica que aniquiló las antiguas unidades productivas. La tierra se subdividió en predios inservibles: de peones sometidos, los campesinos pasaron a propietarios inermes. Rulfo lo evidencia en su cuento “Nos han dado la Tierra”:

“El delegado no venía a conversar con nosotros. Nos puso los papeles en la mano y nos dijo:
        —No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos.
        —Es que el llano, señor delegado...
        —Son miles y miles de yuntas.
        —Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer un buche hay agua.
        ¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de riego. En cuanto allí llueva, se levantará el maíz como si lo     estiraran.
        —Pero, señor delegado, la tierra está deslavada, dura. No creemos que el arado se entierre en esa como cantera que es la tierra del llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aun así es positivo que nazca nada; ni maíz ni nada nacerá.
        —Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse. Es al latifundio al que tienen que atacar, no al Gobierno que les da la tierra.
        —Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el Centro. Todo es contra el llano... No se puede contra lo que no se puede. Eso es lo que hemos dicho... Espérenos usted para explicarle. Mire, vamos a comenzar por donde íbamos...
        Pero él no nos quiso oír.
        Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará de aquí. Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando, muy arriba, volando a la carrera; tratando de salir lo más pronto posible de este blanco terrenal endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando”.

En 2011, el narcotráfico dispone de un país vacío: tierra de nadie. Al mundo no le faltan mexicanos, pero sí al campo. En tiempos de tecnología y pobreza, los terrenos sin nadie ofrecen refugio local a la ilegalidad globalizada que se planea en computadora. Hace cuatro años el presidente Felipe Calderón inició la guerra contra el narcotráfico. Dependiendo de los conteos, ha habido entre 23.000 y 32.000 muertos. Estábamos sentados en dinamita y Calderón encendió un cerillo para comprobarlo. En la escalada de la violencia ha surgido el narcoterrorismo que ataca a la población civil: lanzamiento de granadas hacia edificios públicos, miles de inocentes acribillados por estar en el lugar incorrecto a la hora incorrecta, bloqueo de todas las vías de acceso en algunas ciudades de México, entre otras atrocidades. El economista David Konzevik señaló: "El principal problema económico de México es la ocupación. Lo grave no es que se pierdan empleos formales, sino que los desempleados tienen otras opciones y todas son ilegales". El tráfico de drogas, las armas, y la delincuencia son las opciones de las que habla Konzevic.

La edad predominante en México es de 16 años. ¿Qué horizonte aguarda a los jóvenes? No hay opciones laborales, educativas, religiosas o deportivas que brinden un sentido de pertenencia tan fuerte como el crimen organizado. Incapaz de incluir a los jóvenes, el Estado tiende a criminalizarlos de antemano como "delincuentes juveniles". Esto ha operado como una profecía que se cumple a sí misma: los carteles les han ofrecido identidad y códigos compartidos. El saldo más extraño de la batalla contra el narco es que desconocemos a protagonistas decisivos. Es poco lo que sabemos del Ejército y las distintas perspectivas que ahí se tienen. Pero sobre todo, es nulo lo que sabemos de Estados Unidos. La DEA ha brindado celebridad a los capos mexicanos. Esta política exterior no tiene un correlato interno. El vecino del norte, principal consumidor de drogas y exportador de armas opera en la sombra. México aporta los muertos, es decir, las historias. ¿Dónde está la otra parte de la narrativa? Lo ignoro; quisiera saber, para contarla…

 

 

 

 

1 comentario:

  1. es verdad la tierra ya no produce ,pero tambien RULFO ,HACE NOTAR MUY ATRAS TRAS BAMBALINAS DEL RELATO QUE LAS MEJORES TIERRAS SON LAS DEL RIO PERO ESAS NO LAS REPARTEN ESAS SE LAS QUEDARON LOS INFLUYENTES LOS QUE DIRIGEN LA ORQUESTA ,PERO ESTO LO DEJA A LA IMAGINACION DEL QUE SE RECREA DEL RELATO,EL PROBLEMA NO ES EL EJIDO ,SINO QUE EL CAMPESINO RECIBIO LA TIERRA SIN CAPACITACION PARA PODER EXPLOTARLA Y NUEVAMENTE LAS MEJORES TIERRAS SE LAS GUARDARON LOS GOBERNANTES

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