lunes, 4 de octubre de 2010

Tapando el sol con un dedo...

La semana pasada estuve en Tegucigalpa, Honduras; en una reunión con padres de familia interesados en enviar a sus hijos a estudiar su carrera universitaria a México, surgió la inevitable pregunta: ¿es verdad que  Monterrey es la ciudad más violenta, insegura y peligrosa de México? Mi respuesta fue también inevitable: “por supuesto, tan peligrosa como Caracas, Venezuela y como Tegucigalpa, Honduras” y elaboré aun mas: “Durante el gobierno de Chávez se han realizado enormes inversiones sociales para combatir la pobreza. Sin embargo, en ese mismo periodo, más de 120.000 venezolanos pobres, han muerto asesinados. ¿Cómo explicarse que a pesar de los ingresos provenientes del petróleo y de los esfuerzos redistributivos de Chávez, Venezuela esté ahora compitiendo por el primer lugar en homicidios, lugar que ocupa desafortunadamente Honduras en Latinoamérica? Que la concentración de la riqueza provoque inseguridad puede resultar lógico, pero que ésta se multiplique cuando se está distribuyendo la riqueza acaba con uno de los grandes mitos que relacionan pobreza con inseguridad.”

Para seguir ejemplificando, añadí: “India tiene más pobres que Estados Unidos; sin embargo, hay más homicidios por habitante en EE UU. La pobreza no genera mecánicamente inseguridad, lo que sí genera inseguridad son el empobrecimiento moral, el debilitamiento institucional, la cultura de corrupción y la polarización político-social. Un largo período de inestabilidad política, de división del país y de distorsión o extinción de los valores cívicos pueden tener un efecto mucho más negativo en la seguridad que una severa inequidad.

El caos institucional ha convertido a varios países latinoamericanos  en la principal plataforma de tráfico de drogas hacia EE UU. Centenares de miles de armas han pasado a manos de civiles y diversidad de ejércitos conviven en el territorio continental en un equilibrio muy frágil. México cayó en manos del narcotráfico cuando la debilidad de su Ejército dejó espacios vacíos que ocuparon criminales. El Estado mexicano tendrá entonces que reconstruir sus instituciones de seguridad, recuperar el monopolio de la fuerza y restablecer la seguridad interna; EEUU tendrá que apoyar a su país vecino a salir de un atolladero que él mismo provocó; tendrá que poner control a su venta de armas, tendrá que luchar por erradicar el consumo de drogas en su población que las demanda insaciablemente, y tendrá asimismo que controlar a sus narcotraficantes y a la corrupción que impera no solo en su gobierno, sino también en sus instituciones de seguridad, en vez de hacerse la víctima, tratando de tapar el sol con un dedo.

Al caminar en ciudades como Caracas y Tegucigalpa y al acercarnos a las escuelas, podemos ver altas bardas rodeando los diversos campus y observar que en las entradas, hay policías especializados en seguridad, buscando proteger las vidas de nuestros hijos; lo mismo ocurre en Monterrey. Hemos desarrollado fuertes medidas de seguridad para salvaguardar en la medida de lo posible la vida de nuestros estudiantes...

 

 

 

 

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