sábado, 9 de mayo de 2009

No todo lo que brilla es oro en Pudong

Tomé el autobús en una esquina en el centro de Shanghái aquella tarde fría de octubre para llegar a Pudong. Había recorrido las calles del centro y aunque aturdido por los ríos humanos que desafiaban el viento de otoño, en aquella urbe asiática, me sentía con la energía y emoción de llegar a un lugar del que había oído y leído durante años. Aunque había conocido varios centros financieros en diversas capitales del mundo, tales como Manhattan en Nueva York, City en Londres y La Defense en Paris, nada se compara con el esplendor de este sitio. Sus altos edificios y parques tecnológicos se combinan para mostrar un desarrollo impresionante. “Anteriormente Shanghái se había desarrollado en sólo la parte al oeste del río Pu Dong. Desde 1990, el gobierno chino se propuso desarrollar la parte este del río. Tras consultar con urbanistas internacionales, y especialmente bajo asesoría francesa, el distrito de Pudong ha alcanzado  fama mundial como nuevo centro financiero y comercial de China. ” dijo el embajador de México en China, Cecilio Garza Limón en nuestra conversación, invitándome a visitarlo, años antes de que yo pudiera viajar Shanghái. “En Pudong  hay cuatro parques desarrolladores, que incluyen una área de alta tecnología y otra dedicada a la fabricación de vehículos. Además de impulsar la economía, el gobierno chino ha puesto suma importancia a la protección del medio ambiente” agrego el embajador.

Emocionado por la belleza arquitectónica integrada al paisaje, subí por uno de los múltiples ascensores de la Torre Jin Mao, el quinto rascacielos más alto del mundo, donde pude observar parte del abrumador desarrollo de Shanghái y las miles de grúas de construcción que evidencian la efervescencia de la economía china. Allá abajo ondeaban banderas internacionales  presumiendo la presencia internacional de empresas, asimismo, múltiples y espigados edificios se difuminaban entre la bruma y la caída del sol. Empezaban a encenderse las fuentes de luces multicolores del skyline de Shanghái.

Embelesado por el brillo metálico y la exuberancia de los edificios, volví dos días seguidos a Pudong, lo recorrí hasta grabarme el orden y la disposición de los edificios; precisamente ahí aborde el tren magnético que me llevaría al aeropuerto en siete minutos, recorriendo 33 kilómetros a una velocidad de 431 kilómetros por hora. Es probablemente el primer tren de levitación magnética que he abordado en mi vida. No se apoya en las vías ni dispone de ruedas; la propulsión, estabilidad y dirección, descansan en la atracción entre las fuerzas electromagnéticas situadas a ambos lados el vehículo y los condensadores instalados bajo el raíl guía, manteniendo una separación de diez milímetros. El gobierno chino construye actualmente nueve líneas adicionales del metro, con el fin de asegurar una transportación eficaz para la Expo Shanghái 2010 que se estima recibirá a 70 millones de visitantes. Por mi parte, planeaba regresar y asistir a esta cumbre comercial, pero al enterarme de la forma en que  mis compatriotas fueron tratados y confinados a raíz del brote de influenza, y que inclusive el gobierno mexicano tuvo que enviar un avión para regresarlos,  creo que me daría miedo estornudar en Shanghái. Esta experiencia me demostró que no todo lo que brilla es oro en Pudong y que al viajar, nada mejor que sentirse cómodo y entre amigos…

 

 

 

 

 

 

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