lunes, 3 de enero de 2011

Lula y Dilma: lo subjetivo y la razon.

En Brasil me siento tan cómodo como en casa; he visitado en múltiples ocasiones su capital y sus provincias; he degustado sus platillos, convivido con pobres y ricos, ancianos y jóvenes, recorrido su geografía en helicóptero, autobús, manejando un auto rentado, en tren, en barco y hasta a pie. He visitado las atracciones turísticas y también sus favelas. Estando de regreso en Florida, al menos una vez a la semana, tomo un café con leche y pan de queso en alguna Paderia Brasileira ubicada en alguna de las muchas plazas del sur de la Florida y hablo “portuñol”con los parroquianos brasileños que frecuentan estos lugares, llenos de nostalgia. Será por eso que seguí  con interés el sábado pasado, la ceremonia de  entrega de poder de Lula y la toma de posesión de Dilma.

Lula me fascinó siempre: su intuición aguda, su carisma, su pasión por los pobres y su magistral capacidad de relaciones públicas a nivel internacional lo convirtió en mito; Lula es el “hijo del pueblo”. Las fotos de la toma de posesión así lo indican: en la ceremonia, Lula entrega la banda presidencial y abraza entrañablemente a Dilma, levanta el brazo de la nueva presidenta, se da la vuelta y en vez de dirigirse a su coche que le esperaba para llevarle al aeropuerto, se echó literalmente en brazos de la gente común, que empapada por la lluvia se había congregado para vitorearlo. Lula desapareció como engullido por la multitud que abrazaba su cabeza y la besaba, que lloraban con él porque se iba. La otra foto, muestra la imagen de Dilma subiendo las escaleras del Palacio junto con su Vicepresidente Michel Temer, solos, sin volver ya la vista a la gente que los aplaudía. Lula es el mito, que tardará en esfumarse y Dilma es el anti-mito.

Lula fue el hombre de la calle, a la que ha prometido volver. Dilma es la política que trabaja en equipo con sus colaboradores. Lula era el mago de las relaciones públicas por excelencia capaz de vender como realidades lo que aún eran sólo sueños. Fue un representante nato que supo vender como ningún otro antes Brasil al mundo, el real y del de los sueños. Dilma tendrá que demostrar cada vez, con números y datos lo que ha realizado de verdad; ella es la “razón pura” y no caben los sueños en su forma de gobernar.

Lula procedía de la miseria. Su riqueza era una inteligencia natural fabulosa, una intuición política casi sobrenatural con la que suplía su falta de estudios y lectura. Dilma viene de una clase media alta, amante de la cultura, devoradora de buena literatura, música y cine. Lula fue hecho para brillar ante la prensa. Dilma rehuye las cámaras. El día de la fiesta de su toma de posesión, a los periodistas que la esperaban a la puerta, les dijo llanamente: "Feliz Año nuevo”. Lula los hubiera abrazado y besado y se hubiera desparramado en felicitaciones.

Lula fue un Presidente sin ideología; decía que no era de izquierdas ni de derechas "sólo sindicalista". Dilma tiene ideología, es socialdemócrata con mucha fe en el Estado como promotor de desarrollo y de justicia social para los más pobres. Lula gobernó con los ojos puestos en el mundo exterior, llevando Brasil a todos los extremos del globo. Casi puedo asegurar que Dilma será una Presidenta interesada en solucionar los grandes retos domésticos de Brasil: pobreza, educación y salud.  Además, Dilma sabe que Brasil no necesita ya ser vendido al mundo; ya lo hizo Lula y para eso, se pinta solo...En resumen, con Lula y Dilma afortunadamente se ha roto para siempre la injusta dicotomía occidental de que el hombre representa a la razón y la mujer, lo subjetivo…

 

 

 

 

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