Leonora siempre fue una rebelde. Desde niña -la expulsaron varias veces de los colegios- y hasta sus noventa años, seguía desafiando al tiempo. Su lucha por ser ella misma le llevó a ser despreciada por su padre y encerrada en un hospital psiquiátrico en 1940, al acabar la Guerra Civil española. Un destino habitual para aquellas mujeres que querían ser, por encima de todo, ellas mismas, con iguales derechos que los hombres. Por eso Leonora, nada loca, creía ser un caballo ("no una yegua"), la figura que ha ocupado buena parte de su obra artística. Tras una vida agitada, protagonizando escapadas y huidas de un país a otro, Leonora Carrington vivió sus últimos años casi recluida. En su retiro, una casa de la Colonia Roma de la Ciudad de México, Leonora falleció poco después de cumplir los 94 años
Su adinerada familia aspiró a casarla con un miembro de la realeza británica y fue presentada como debutante en la corte de Jorge V. Leonora escribió una historia demoledora contra las pretensiones familiares. Estudió en la galería Uffizi en Italia, y más tarde en París, donde tuvo como primer gran maestro al cubista Amédée Ozenfant. En Londres, se relaciona con el grupo de artistas surrealistas, se enamora a primera vista del gran pintor alemán Max Ernst. Abandonan a sus familias y se van primero a París y luego al sur de Francia, donde su felicidad es arruinada por la invasión nazi. Ernst es detenido -primero por la policía francesa y luego por la Gestapo- y Carrington busca una salida en España. Se derrumba psicológicamente y por influencia de su padre, el cónsul británico en Madrid, es internada en el hospital psiquiátrico donde es sometida a un tratamiento farmacológico tan brutal como el electrochoque.
Huye a Lisboa y se refugia en la Embajada de México. Se casa de inmediato con el diplomático y poeta Renato Leduc, que la libera del control familiar, de Ernst y de la Europa nazi. Instalada en Nueva York en 1941, Leonora, la niña bonita de André Breton continúa su relación con el grupo surrealista en el exilio. Al cabo de poco tiempo la pareja decide establecerse en México, el país del "surrealismo natural". Su creatividad y actividad imparable la convertirán en polo de atracción e inspiración para los artistas latinoamericanos: Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Alejandro Jodorowski... todos ellos y muchos más fueron tocados por su varita de maga. Comparte travesuras y libera pictóricamente a la surrealista española más destacada, Remedios Varo.
Leonora encuentra su línea de expresión con los surrealistas, pero desafía el encasillamiento. Atractivos siempre al ojo, sus cuadros están poblados de figuras y estructuras complejas que tratan de mostrar y explicar su propia vida. La mitología celta, la cábala, los juegos surrealistas... fueron sus recursos para revelar, en lo pictórico y lo literario, un mundo absolutamente original. Pero la mujer que huyó de su casa y de un país a otro para ser fiel a sí misma, prefirió en los últimos años la discreción y la intimidad. Su vida y su memoria están llenas de un viento fresco y cambiante que perdurará; tal vez por eso le han llamado “la novia del viento”.