lunes, 31 de enero de 2011

El laberinto de la soledad.

Silence - the prehistoric silence, stronger than all the

pyramids and sacrifices, all the churches and uprisings and

popular songs - comes back to rule over Mexico…

 

Con su delgado dedo índice derecho, dio vuelta a la página; había empezado a leer ese libro hacia apenas un día, y estaba como hipnotizada; el título cautivó su atención desde el primer momento: The Labyrinth of Solitude by Octavio Paz, y esa mañana, aprovechando que había pocos clientes en la librería donde trabajaba, Ashley leía con avidez, sin despegar su vista de aquel libro. Sus ojos infinitamente azules se sobresaltaron al oír aquella voz inesperada que le preguntó “disculpe, ¿tiene un diccionario Inglés-Español? Era un hombre bajo y de tez morena y pronunciaba con dificultad el Inglés, pero a Ashley le pareció que su acento era lindo, como también cautivador era su aspecto; “tenía ojos de perro desvalido y al verlo ahí parado, me pareció tan indefenso y perdido que me dieron ganas de abrazarlo” me dijo Ashley años mas tarde. “De dónde eres? Le interrogó con voz dulce. “Soy de México” alcanzó a tartamudear el hombre. Ashley no podía creerlo; jamás había visto un mexicano, a un ser proveniente de “la raza cósmica, a un hombre que usa máscaras para no revelar el dolor y la angustia de ser huérfano”, “fue como si las palabras de Octavio Paz que estaba leyendo en esos momentos, de repente cobraran vida” me dijo entre risas mucho tiempo después.

 

Ashley había nacido en una isla en Canadá, propiedad de su padre; la familia era de origen aristocrático; su apellido figuraba en los antiguos libros de la realeza británica. Su padre había emigrado a Canadá a los treinta años y con él, vino su mujer; juntos establecieron una planta procesadora de sal  en aquella isla y procrearon dos hijas; Denise, quien se dedicaba al modelaje con gran éxito y Ashley, que había terminado su licenciatura en Letras Inglesas y estaba por concluir su maestría en Bibliotecología en la Universidad de Toronto.

Batallando para encontrar en Inglés las palabras precisas, Antonio la invitó a salir o al menos, Ashley lo entendió así; esa tarde, al salir de la librería en donde trabajaba, la espigada y alta silueta de Ashley intimidó a Antonio quien apenas pudo balbucear algunas frases; sin embargo, Ashley lo encontró tierno e inocente, y continuó buscando comprobar las reflexiones de Paz sobre los mexicanos, en aquella cita furtiva. Y salieron dos o tres veces, y antes de darse cuenta, caminaban entre las calles de Toronto con las manos entrelazadas; el contraste físico era evidente: ella parecía una muñeca inglesa de porcelana blanca, y él, un idolillo Olmeca, de barro mal cocido.

 

Una tarde, Antonio le dijo a Ashley que se regresaba a México a finales del mes; sin pensarlo dos veces, Ashley le dijo con firmeza: “nos casamos y me voy contigo”. Su boda fue como su primera cita: breve, fugaz; al día siguiente de la ceremonia civil a la cual asistieron solamente los tres testigos reglamentarios, tomaron un avión que los llevaría a la ciudad de México, de ahí, un autobús de pasajeros que los condujo a Querétaro; al llegar a la central de autobuses, tomaron un taxi hasta El Marques, la minúscula comunidad en donde vivía la familia de Antonio. Al llegar, Ashley bajó del auto y contempló embelesada una valla de nopales que resguardaban aquella minúscula casa de adobe y teja colorada, en donde vivían diez miembros de la familia de Antonio en dos habitaciones. La suegra, una mujer morena, bajita y envejecida prematuramente, por el hambre y el sufrimiento, abrazó a Angela y le dijo al oído: “pareces una muñequita, y yo te voy a querer mucho, mucho”. Y así fue; entre Águeda, la suegra y Ashley, nació un amor incondicional que logró superar las diferencias de la relación suegra-nuera, además del idioma, edad  y color de piel.

 

Esa primer noche que Ashley durmió sobre un colchón entre cuñadas y sobrinas, en una de las dos habitaciones, Antonio no regresó a dormir; volvió hasta el día siguiente, poco después de la una de la tarde, aun bajo los humos del alcohol y con manchas de pintura roja en la camisa; Ashley le preguntó en donde había estado y por respuesta, Antonio la golpeó hasta que Águeda se interpuso en medio de ellos, recibiendo el ultimo puñetazo de aquella bestia; y esa fue la primera, de una larga serie de incidentes que marcaron una vida de abuso doméstico.

La conocí cuando llegó a pedir trabajo como profesora de inglés en la universidad donde yo trabajaba. En aquellos años, encontrar profesores con maestría eran muy difícil  y por lo tanto fue contratada de inmediato; ya para ese tiempo tenía un hijo y esperaba el segundo; con su modesto salario, Ashley mantenía a Antonio que jamás pudo encontrar empleo, a su hijos, a su suegra Águeda, a su cuñada Francisca y a sus dos sobrinas, pues el hermano menor de Antonio se había ido de bracero al norte y nadie sabía de su paradero. 

 

“Vine a México a comprobar si los conceptos de Octavio Paz eran ciertos; ahora tengo hijos que son parte de esa maravillosa raza cósmica y lucho día a día ayudarles a romper su destino: quedarse atrapados en el laberinto de soledad; lucho por evitar que ellos se sientan que son hijos de “la chingada”, porque no me gustaría caer en esa categoría” decía Ashley, cada vez que iniciaba su cátedra, semestre a semestre. Y a través de su silencio, Ashley se calló el maltrato físico y verbal de aquel marido infame y con el tiempo, sus propios hijos supieron cómo defenderla de su padre. Ganadora habitual del trofeo anual al mejor docente de la universidad, Ashley sigue impartiendo clases por más de veinticinco años. Anoche me enteré que está invadida de cáncer y que le queda muy poco tiempo. Me dicen que esta apuradísima estudiando Alemán; no quiere morirse sin leer a Nietzsche en su propia lengua

 

 

 

lunes, 24 de enero de 2011

La diferencia...

A principios de 2010, leí un libro titulado Tráfico sexual: el negocio de la esclavitud moderna, producto de una investigación de Siddhart Kara, un estadounidense que se desempeñaba como consultor en inversiones y que dejó su empleo para irse a recorrer el mundo buscando el tráfico sexual de mujeres y niñas. Caminó entre los prostíbulos gigantescos de Bombay y los sucios tugurios de Bangkok donde niñas y adolescentes atienden hasta 20 clientes por día, en los clubes y calles en Italia donde se explota a las jóvenes de Europa del este, en España, en donde son retenidas chicas nigerianas, en India, Nepal, Tailandia, Laos, Vietnam, Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Albania, EU y México.

En una de mis visitas a México a mediados de 2010, en el aeropuerto de Guadalajara, compré el libro Esclavas del poder, investigado y escrito por Lydia Cacho, una periodista mexicana, activa defensora de los derechos humanos, fundadora de un centro especializado de atención a mujeres, niños y niñas víctimas de violencia doméstica y sexual, que se lanzó a viajar para documentar la explotación sexual. Recorrió los prostíbulos, calles y bares de Camboya, Tailandia, Birmania, Japón, Turquía, Marruecos, Rusia, Kirguistán, Afganistán, Uzbekistán, Turkmenistán, China, India, Sri Lanka, Inglaterra, Francia, Italia, España, Canadá, Estados Unidos y México.

Los resultados de las dos investigaciones llegan a la misma conclusión: se trata de un comercio que deja millones de dólares a los explotadores y nada a quienes fueron raptadas o sacadas de sus casas con engaños. Son más de un millón de personas sometidas a la esclavitud sexual. “El mundo experimenta una explosión de las redes que roban, compran y esclavizan a niñas y mujeres”, afirma Cacho.

Pude relacionar y entender perfectamente ambos textos, porque de 2003 a 2007 recorrí por motivos de trabajo, muchos de estos países que mencionan Kara y Cacho y pude ser testigo del infame comercio humano. Los dos libros que hablan de lo mismo, fueron investigados con gran valentía y riesgo personal, para hacer que el mundo abra los ojos ante ese horror y actúe.

Y, sin embargo, los resultados han sido diferentes: Mientras Kara recibe honores por ésta que es su primera incursión en el mundo del tráfico sexual y la Universidad de Harvard le otorga un nombramiento para legitimar su trabajo, a Cacho, que lleva años investigando, escribiendo y ayudando a las personas y que incluso ha abierto el Centro Integral de Atención a la Mujer en Cancún, la persiguen y acosan aquellos a quienes expone y acusa. Cacho vive recibiendo amenazas contra su vida y ha sido perseguida hasta por las autoridades policiacas.

¿Por qué la diferencia? Que alguien me ayude a entender por qué “lo mismo”, en México, “no es igual”.

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 19 de enero de 2011

Ayer maravillas fui...

Hace mucho que dejé de discutir cuestiones sobre política internacional en mis reuniones familiares para evitar fricciones. Teniendo a una norteamericana y a una europea como nueras, es fácil herir fibras sensibles; debo reconocer que hace años sospecho que aquí mismo, dentro de mi casa hay un abismo entre facciones republicanas y demócratas, que se han formado entre mis hijos  y sus esposas; sus puntos divergentes han amenazado y tensionado más de una vez, la armonía familiar; sin embargo, en nuestra cena de fin de año, todos coincidimos que Estados Unidos ha entrado al Siglo XXI con una actitud muy distinta; en 2011 las miradas del mundo se enfocan hacia la región Asiática y el Siglo XXI ya no es puramente Americano.

La visita a del Presidente Norteamericano por los países de  Asia, a finales del año pasado, tuvo como propósito buscar socios estratégicos para poder continuar dirigiendo el mundo en un concepto diferente: en una sociedad compartida. ¿Qué cosas aporta Estados Unidos a la mesa del nuevo banquete? En cuanto a ingredientes positivos, experiencia, tecnología punta, fuerza militar, situación geográfica estratégica, y una diversa demografía. En cuanto al ingrediente negativo, el  innegable y enorme déficit de una economía flexible de primer nivel aunque débil e inestable. El mensaje enviado por Obama en los últimos días de 2010 y leído entre líneas es: “Necesito urgentemente crear empleos, exportar más y contar con socios estratégicos, para mantener el sueño americano”. No por casualidad, el día de hoy el Presidente Hu Jintao devuelve la visita y acaba de ser bienvenido con pompa y circunstancia en Washington.

Personalmente, no creo que logre mucho la alianza entre el gigante de America y el dragón chino;  le apuesto mas a la relación de EE UU con India, relación que definirá el siglo XXI. El analista indio K. Subrahmanyam declaró recientemente: "Estados Unidos necesita un socio, Europa está envejeciendo y Japón está envejeciendo al igual que China. Las únicas naciones importantes que no envejecerán, al menos en los próximos 30 años, son EE UU e India". El viaje de Obama y la visita de Jintao, podrían verse como una oportunidad de garantizar la influencia norteamericana sobre Asia; sin embargo, Asia no es única, y hay países que observan con recelo el ascenso de China y sus reclamaciones territoriales. "La prosperidad sin libertad es otra forma de pobreza" ha afirmado Obama. ¿Es posible y deseable que China crezca y que, al tiempo, EE UU continúe siendo poderoso e influyente en Asia? ¿Se trata de cambiar el consenso de Pekín, un capitalismo de estado sin democracia, por el consenso de Bombay, una economía de mercado y libertades individuales? Un cierto estupor estratégico domina la política de Estados Unidos, que en definitiva, en 2011 está muy lejos de ser lo que fue, y como dice la letra de la Llorona, ‘ayer maravillas fui, llorona y ahora ni sombra soy…”

 

 

 

lunes, 10 de enero de 2011

Despertar...

Santa fue muy generoso conmigo esta Navidad; entre otras cosas, me dejo al pie del pino, un reloj despertador  que emite sonidos de la naturaleza para arrullar el sueño: incluye a elegir, sonidos de lluvia, de tormentas ligeras, de la naturaleza, de campos y bosques, y por supuesto, del mar. Desde el primer día, decidí que mi sonido para dormir seria siempre del mar; nada como acomodar mi cabeza en la almohada escuchando el sonido de las olas que chocan unas contra otras, allá por el acantilado; disfruto oyendo su vaivén y a lo lejos, escucho a las gaviotas cantando con alegría la dicha de volar entre el cielo y el mar. Desde el primer día que abrí la caja del despertador, aguardo con emoción escuchar ese ruido maravilloso, antes de la siesta, o bien antes de irme a la cama, cada noche.

Cada vez que hay oportunidad, tomo mi siesta con Anna Maria, mi nieta mayor; juntos, nos arrullamos y nos abrazamos oyendo el sonido de las ondulantes y esbeltas olas de mar; caemos dormidos rápido y profundamente;  la primera vez, soñé que las aristas de una estrella de mar punzaban mi costado. “Ah, dije, estas estrellas marinas son más duras de lo que imaginaba” y sentía aquel dolor agudo al lado de mis costillas, sentía como se encajaba el dolor una y otra vez…al despertar, me di cuenta que las puntas de los pies de Anna Maria se clavaban en mi costado, y que ella se había despertado antes que yo, y estaba lista para tomar su merienda.

La semana pasada, al tomar la siesta, soñé que una tibia esponja de mar acariciaba mi rostro; la esponja era suave y tersa y no venia sola, sino que venían también caracoles marinos que recorrían mis ojos y llegaban hasta la comisura de mis labios; la sensación de tibieza era tal, que hasta alcancé a escuchar una melodía que acompasaba aquel recorrido de caracoles y esponjas; al abrir los ojos,  vi los dedos de Anna Maria tratando de alcanzar espacio entre mis oídos y recorriendo mi cara hasta llegar a mi nariz y mis ojos.

Ayer domingo, Anna Maria y yo estábamos tan cansados que nos dispusimos a tomar la siesta; los sonidos del mar me llevaron a una dimensión maravillosa; sentí mi cuerpo acomodarse en un colchón de arena blanca, sentí la brisa fresca acariciándome todo, oí vivamente  unas gaviotas que revoloteaban en lo alto y en parvada, aterrizando en la arena en busca de alimento; de pronto una ola me alcanzó y no pude moverme para esquivarla; era un agua invernal, fría e inmisericorde, que empezó a recorrer mi cuerpo, iniciando por el costado…abrí los ojos y me levanté de un salto; Anna Maria necesitaba un cambio de pañal y mi cama necesitaba un cambio de sabanas y de sobrecama;  ahora me da temor dormir de nuevo con este sonido maravilloso; me angustia que mi próximo despertar involucre el sueño de una mancha de petróleo, o peor aún, que despierte sobresaltado  por el olor de agua contaminada, como aquella bahía de Acapulco….

 

 

lunes, 3 de enero de 2011

Lula y Dilma: lo subjetivo y la razon.

En Brasil me siento tan cómodo como en casa; he visitado en múltiples ocasiones su capital y sus provincias; he degustado sus platillos, convivido con pobres y ricos, ancianos y jóvenes, recorrido su geografía en helicóptero, autobús, manejando un auto rentado, en tren, en barco y hasta a pie. He visitado las atracciones turísticas y también sus favelas. Estando de regreso en Florida, al menos una vez a la semana, tomo un café con leche y pan de queso en alguna Paderia Brasileira ubicada en alguna de las muchas plazas del sur de la Florida y hablo “portuñol”con los parroquianos brasileños que frecuentan estos lugares, llenos de nostalgia. Será por eso que seguí  con interés el sábado pasado, la ceremonia de  entrega de poder de Lula y la toma de posesión de Dilma.

Lula me fascinó siempre: su intuición aguda, su carisma, su pasión por los pobres y su magistral capacidad de relaciones públicas a nivel internacional lo convirtió en mito; Lula es el “hijo del pueblo”. Las fotos de la toma de posesión así lo indican: en la ceremonia, Lula entrega la banda presidencial y abraza entrañablemente a Dilma, levanta el brazo de la nueva presidenta, se da la vuelta y en vez de dirigirse a su coche que le esperaba para llevarle al aeropuerto, se echó literalmente en brazos de la gente común, que empapada por la lluvia se había congregado para vitorearlo. Lula desapareció como engullido por la multitud que abrazaba su cabeza y la besaba, que lloraban con él porque se iba. La otra foto, muestra la imagen de Dilma subiendo las escaleras del Palacio junto con su Vicepresidente Michel Temer, solos, sin volver ya la vista a la gente que los aplaudía. Lula es el mito, que tardará en esfumarse y Dilma es el anti-mito.

Lula fue el hombre de la calle, a la que ha prometido volver. Dilma es la política que trabaja en equipo con sus colaboradores. Lula era el mago de las relaciones públicas por excelencia capaz de vender como realidades lo que aún eran sólo sueños. Fue un representante nato que supo vender como ningún otro antes Brasil al mundo, el real y del de los sueños. Dilma tendrá que demostrar cada vez, con números y datos lo que ha realizado de verdad; ella es la “razón pura” y no caben los sueños en su forma de gobernar.

Lula procedía de la miseria. Su riqueza era una inteligencia natural fabulosa, una intuición política casi sobrenatural con la que suplía su falta de estudios y lectura. Dilma viene de una clase media alta, amante de la cultura, devoradora de buena literatura, música y cine. Lula fue hecho para brillar ante la prensa. Dilma rehuye las cámaras. El día de la fiesta de su toma de posesión, a los periodistas que la esperaban a la puerta, les dijo llanamente: "Feliz Año nuevo”. Lula los hubiera abrazado y besado y se hubiera desparramado en felicitaciones.

Lula fue un Presidente sin ideología; decía que no era de izquierdas ni de derechas "sólo sindicalista". Dilma tiene ideología, es socialdemócrata con mucha fe en el Estado como promotor de desarrollo y de justicia social para los más pobres. Lula gobernó con los ojos puestos en el mundo exterior, llevando Brasil a todos los extremos del globo. Casi puedo asegurar que Dilma será una Presidenta interesada en solucionar los grandes retos domésticos de Brasil: pobreza, educación y salud.  Además, Dilma sabe que Brasil no necesita ya ser vendido al mundo; ya lo hizo Lula y para eso, se pinta solo...En resumen, con Lula y Dilma afortunadamente se ha roto para siempre la injusta dicotomía occidental de que el hombre representa a la razón y la mujer, lo subjetivo…