El pasado 3 de Mayo, el Presidente Barak Obama pronunció un elocuente discurso en el Museo de Antropología de la Ciudad de México, dirigido a los jóvenes estudiantes y a empresarios. El discurso, plagado de citas y referencias a Rivera, Kahlo, Juárez, Paz, Nervo y Sor Juana llamó poderosamente mi atención; primero, porque soy un apasionado del arte y la historia de mi país y segundo, porque su mensaje anuncia del advenimiento de un nuevo México, vislumbrado en perspectiva, desde el país vecino. Tal vez la mejor ilustración del discurso sea la cita de Octavio Paz, refiriéndose a la firmeza con la que México ha ingresado a una nueva época: “La modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer.” Personalmente he leído y releído el texto completo del discurso del presidente norteamericano y me gustaría anotar algunas reflexiones.
Evidentemente, Barak Obama en su mensaje deja de lado temas que ocuparon el foco central de la agenda de su visita: la inmigración, reforma migratoria, la violencia y la inseguridad; su eje principal se centra en la educación, la economía y el surgimiento de un nuevo México, ante una democracia más sólida, el fortalecimiento de la sociedad civil, la reorientación al comercio internacional así como la lucha por lograr la prosperidad a través de las oportunidades que surgen de la innovación, el emprendimiento y el uso de alta tecnología. Indudablemente, el gobierno mexicano que encabeza Enrique Peña Nieto ha entendido esa línea, al crear en enero de este año el Instituto Nacional del Emprendedor, que dirige Enrique Jacob. La encrucijada es muy clara: México debe impulsar la innovación, el emprendimiento de empresas competitivas relacionadas primordialmente con tecnología, al igual que otros países emergentes, o perderá su oportunidad de insertarse dentro de la categoría de países desarrollados.
Estoy convencido que en los próximos cinco años, México estará en busca de otro México; el emprendimiento de nuevos negocios es una ventana de oportunidad magnífica; el ingenio y la creatividad del mexicano son insumos maravillosos para desarrollar nuevas ideas y emprender de la nada. Obviamente hay condiciones indispensables para todo emprendedor: éste deberá llevar su innovación al siguiente nivel, es decir, deberá pensar en grande y exceder los límites del país hasta lograr un interés global. Otro requisito es huir y evitar la imitación; asimismo deberá tener la fortaleza y el valor para resistir estoicamente los obstáculos y complicaciones; tendrá que luchar contra el “no se puede” y tener la paciencia para caminar en la oscuridad, entendiendo que las cosas que valen la pena, no se logran en veinticuatro horas.
Personalmente me emocionan los casos de éxito de mexicanos emprendedores; he visto algunos (desafortunadamente no abundan) casos de mexicanos exitosos aquí en Estados Unidos. Si me pidieran un consejo, les diría que se aseguren de instalar al menos, una oficina en México; les diría que emprendan nuevos negocios también allá, para inspirar a otros mexicanos a que los emprendedores no solo se apellidan Jobs o Zuckerber, sino Martinez o González. Asimismo, es indispensable que escuelas y universidades cuenten con profesores que hayan practicado la innovación y no solamente hayan leído textos sobre ésta, para poder inspirar la precocidad del mexicano a emprender; pienso que entre las tres facciones: emprendedores exitosos, escuelas y gobierno, podemos lograr una eclosión de mexicanos emprendedores, jóvenes capaces de montar su propio negocio, en vez de conformarse con ser empleados.
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