lunes, 16 de abril de 2012

Mañana será otro día.

Vivo en el sur de la Florida, a solo 45 minutos de Miami, la “capital de América Latina”. A diferencia de las otras ciudades norteamericanas, en Miami uno se siente a gusto siendo latino. Me divierte ver cómo actúan los gringos al sentirse minoría; al principio, cuando éstos llegan a Miami, se comportan como turistas en su propia tierra. Sonrío cuando veo el esfuerzo que hacen por entender el Español o “whatever it is” lo que se habla en esta ciudad; sin embargo, lo que más me agrada es ver el proceso de cómo los anglos rápidamente se empiezan a “latinizar”: los he visto olvidarse de su concepto de hacer cola para pagar y meterse “casualmente” en la fila; he sonreido al verlos cruzar a media calle en vez hacerlo en la esquina; he observado que algunos al manejar tocan el claxon; también he visto a otros ganar el único lugar en el estacionamiento, a pesar de ver que hay un conductor esperando ese mismo espacio; he notado también que se estacionan en doble fila; en pocas palabras, la fortaleza y los vicios de la cultura latina, son más fuertes e infectan a la cultura anglo y su puritanismo en Miami; y es que Latinoamérica está demostrando ser una región de  gran potencial: seguí con interés la cobertura noticiosa de la Cumbre de las Américas que se acaba de celebrar este fin de semana en Cartagena de Indias (Colombia) y que contó con la asistencia de la mayoría de los jefes de Estado de America Latina y por supuesto, el Presidente de los Estados Unidos.

Varias reformas estructurales y una gestión macroeconómica prudente han permitido que América Latina sea vista hoy, como ha dicho Luis Alberto Moreno, presidente del BID como “un motor de la recuperación económica mundial”. Los datos son impresionantes: la región acapara ya el 16% del comercio mundial, la pobreza desde 1999 se ha reducido un 17%, el promedio del crecimiento regional en el periodo 2003-2008 fue del 4.9%, de mantenerse esta bonanza los expertos del BID tienen la expectativa y calculan que en una generación, la clase media latinoamericana estará formada por 500 millones de personas. El presidente colombiano, Juan Manuel Santos al inaugurar la edición de la cumbre dijo: “Si jugamos bien nuestras cartas, si ponemos en marcha las políticas correctas y pensamos a lo grande, podremos decir después de tantos años que el futuro ya llegó”. Santos en su discurso habló sobre el milagro colombiano. Pocos países han superado como Colombia en los últimos años una etapa tan dramática de violencia, tanto de la guerrilla como por parte del narcotráfico, y recuperado en tan poco tiempo la confianza de los inversores extranjeros. “Hace 10 años éramos casi un Estado fallido, al borde de la suspensión de pagos”, reconoció, para señalar que la “primera razón para lograr esa transformación fue la gobernabilidad, la recuperación de la capacidad del Estado para poner en marcha las reformas”.

Realmente me alegra el éxito de Colombia; es un ejemplo de cómo lograron resolver sus problemas y mejorar la imagen que la población injustamente llevó a cuestas por años; su situación se parece tanto a lo que vivimos actualmente los mexicanos; sin embargo no soy tan optimista como el presidente Santos; pienso que el camino hacia la consolidación del éxito de América Latina está todavía lleno de dificultades. Hay fuertes factores de riesgo: la desigualdad y la violencia asociada al narcotráfico y el crimen organizado. En 2010, América Latina tenía 177 millones de pobres, un lacerante 31.4% de la población y se había convertido en la región más violenta del mundo después de África. La tasa de homicidios entre el año 2000 y 2008 pasó de 20 a 26 por 100.000 habitantes, con Brasil, Venezuela, México y Centroamérica a la cabeza en el ranking de la inseguridad.

Indudablemente Latinoamérica vive una etapa emergente que contrasta con el declive de Europa. Desde Miami me asomo a ver la región y observo que nos quedan muchas tareas pendientes:

1.      Pobreza y desigualdad. Pese a que Latinoamérica redujo la pobreza y la desigualdad, todavía casi un tercio de los latinoamericanos carecen de los ingresos necesarios para cubrir sus necesidades básicas (alimentación, educación, sanidad, vestimenta, transporte). Por lo menos 73 millones de ellos ni siquiera tienen lo mínimo para comer. La región sigue siendo la más desigual del mundo. Precisamente la desigualdad fomenta el crimen y el conflicto social, dos de los desafíos crecientes en diversos países de Latinoamérica como México y Perú. Uno de los desafíos concretos para reducir la inequidad radica en elevar la baja recaudación de impuestos, que alcanza el 19.2% del PIB, frente al 33.8% de media en países desarrollados.

2.      Contagio europeo. Recordemos que vivimos en una economía global: un empeoramiento de la crisis Europea puede afectar directamente al comercio, la inversión y el sistema financiero de varios países latinoamericanos. Además, puede tener un impacto en China, que a su vez es uno de los principales destinos de las exportaciones de materias primas latinoamericanas y cuya demanda resulta clave para mantener altos los precios de estos productos.

3.      Inflación. Argentina y Venezuela son los países con más inflación de la región, pero en casi todos se repiten las quejas de los usuarios por los aumentos de los precios de los alimentos y, en especial, de la gasolina.

4.      Inversión real. Latinoamérica batió el año pasado su récord de captación de inversión extranjera (138.000 millones de dólares), pero aún invierte poco en infraestructuras, construcción y maquinaria. Muchos de los capitales llegan para comprar empresas y no a emprender nuevos proyectos. En Latinoamérica requerimos de gente creativa, dispuesta a correr riesgos, en pocas palabras: requerimos de emprendedores.

Me rehúso a seguir con esta lista de tareas pendientes en Latinoamérica; escribo este artículo en fin de semana y no me quiero amargar; prefiero pensar que la fortaleza latinoamericana influye indiscutiblemente en los gringos que tocan Miami o cualquier lugar de nuestra tierra latinoamericana; para prueba un botón: el reciente el escándalos suscitado por los agentes secretos norteamericanos encargados de la seguridad del Presidente Barak Obama, que está participando  en la Cumbre de Cartagena. Doce agentes sucumbieron ante los encantos de las cartagineras y tuvieron que ser regresados y reemplazados, una vez que fueron descubiertos algunos hechos que han escandalizado a la opinión pública norteamericana: su abuso del alcohol y su “canita al aire” con las prostitutas que contrataron y que llevaron al Hotel Hilton en donde se hospedaban, mientras estaban “en servicio”. Obviamente la Casa Blanca no ha hecho declaraciones al respecto; Por mi parte, prefiero sonreír y quedarme con esa anécdota que continuar mencionando factores negativos. Total, mañana será otro día, tanto en America Latina como en Estados Unidos…

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario