Buscando visa para naufragar
buscando visa, carne de la mar
buscando visa la razón de ser
buscando visa para no volver…
El sol quemaba la entrania y pintaba de brea el rostro de los transeúntes aquella tarde en Santo Domingo; eran las tres de la tarde y acabábamos de terminar Tania y yo de entrevistarnos con diversos directivos de instituciones educativas. Habiamos empezado nuestras juntas muy temprano, a las siete de la maniana y tuvimos ganas de deambular por el casco histórico, tomar algunas fotos y olvidarnos un poco de nuestra rutina de trabajo. Muy cerca de la catedral encontramos a dos músicos callejeros que armados de instrumentos rudimentarios, un acordeon y un tamborin, cantaban a todo pulmon una bachata, ante grupos de paseantes que curiosos, se detenían para tomarles fotos y tirarles algunas monedas. Yo me coloque espontáneamente entre los dos y me puse a cantar haciéndoles coro: “Eran las siete-e-la maniana, y cada uno al matadero, pues cada cual tiene su precio, buscando visa para un suenio”. Los musicos cantaban mi historia en esa bachata, la historia de los inmigrantes que vivimos “arrimados” en este país. De buena gana, me deje retratar por gringos y locales con la sonrisa a flor de piel y al terminar aquella canción amarga, ayude a mis improvisados amigos a recoger las monedas que los curiosos les habían arrojado; posteriormente, Tania y yo decidimos que en vez de ir a comer, iríamos primero, de compras.
Tania era mi joven companiera de viaje: veracruzana, alta y bella entre las bellas: ojos negros, nariz respingada, dientes blancos y sonrisa perfecta, cuerpo esbelto y con una alegría contagiosa que parecía no acabársele nunca. Aunque habíamos intercambiado correos electrónicos y sabía que mi jefe le había encomendado que me apoyara aquellos tres días, no habíamos tenido oportunidad de conocernos personalmente. Tania volo de Monterrey y yo desde Ft. Lauderdale a Santo Domingo; aunque llegamos en vuelos diferentes, acordamos hospedarnos en el mismo hotel para facilitar nuestros traslados; quedamos de reunirnos por vez primera en el Lobby del Hotel Jaragua; al verla, me pareció desde el primer momento una joven encantadora, inteligente y con una gran facilidad de palabra. Mas que colegas, nuestra relación se convirtió de inmediato en relación paternal; la diferencia de edades, ella en los albores de los veinte y yo en la cincuentena, nos convirtieron en “padre e hija” por unos días.
Los colores brillantes de la tienda de artesanías nos deslumbraron a Tania y a mi desde la calle: las paredes eran amarillas, y en sus estantes se encontraban coloridos artículos. Al vernos entrar, dos empleadas nos salieron al paso: una de ellas, joven y delgada, agarro a Tania y se la llevo de inmediato a mostrarle sandalias, ropa típica y joyería. La otra, una mulata frondosa y desparpajada me agarro de la mano y me condujo sigilosamente a la trastienda diciéndome: “mira buen hombre, te voy a servir algo que te ayudara y de mi te acuerdas, porque asi sera” y mientras hablaba, agarro un botellón oscuro y me sirvió un trago en una copa de cristal: “tomatelo hasta el fondo” dijo; “que es esto?” pregunte desconfiado; “tomatelo y no preguntes, pero tomatelo todo” insistió la mujer, llevando mi vaso a la boca, y empujándolo sin miramientos. Lo tome a la fuerza; el sabor era dulzon y podía identificar que contenía alcohol; no pude de momento descifrar si me gustaba o no, pues en mi cabeza seguía rondando la misma pregunta: que era aquel brebaje que la empleada me había forzado a tomar? “Es mamajuana” dijo la mujer.
Mamajuana es una bebida alcoholica típica en la Republica Dominicana, hecha con palos o astillas de madera de diversos arboles con olor fuerte y sabor característico; usualmente los dominicanos llenan la botella con astillas de canela, maguey, canelilla, timacle, guayacan, anis, clavo dulce, pasas, pega-palo, entre otras; posteriormente la bebida se cura con vino tinto, ron y un poco de miel. Los dominicanos le atribuyen poderes afrodisiacos. “ Esta noche será tu gran noche” dijo la mujer con una estruendosa carcajada. “Esta noche?” pregunte desconcertado. “ Si mi amor, esta noche haras muy feliz a tu novia, la bella con la que entraste a la tienda; soy experta en amores, conozco la pasion y sus atajos” dijo la mujer y agrego: “el mamajuana te dara poderes sobrenaturales, ya lo veras”. Empece a reir a carcajadas al darme cuenta de la falsa impresion de la mujer al vernos entrar a Tania y a mi en aquella tienda…
Continuara.
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