Había agendado mi viaje y reuniones en la Universidad de Tampa desde hace dos meses sin imaginarme que habría de coincidir con la inesperada visita del Presidente Barack Obama. No pude ni quise protestar por los cambios en mi agenda de trabajo; el boleto de entrada compensó cualquier queja. Con la emoción de conocer y escuchar en vivo a uno de los lideres y estrategas más importantes del mundo, esa mañana me levante y vestí para llegar a la universidad a tiempo y hacer fila para entrar al recinto antes de las 12:30 hora en que iniciaría el evento. Café en mano, me formé y caminé lentamente en medio de un gran dispositivo de seguridad hasta llegar finalmente a mi asiento. Durante la apertura, me conmovió ver en el escenario a dos niñas pequeñas: Sofía Cárdenas de 7 años y Sussanah Wertz de 9, alumnas de St Mary’s Episcopal Day School guiando la tradicional “Pledge of Allegiance”; inmediatamente después Melissa Steiner, una joven estudiante de origen asiático de la Universidad de Tampa interpretó magistralmente a capella el “National Anthem”. La banda de música de la universidad interpreto una pieza musical y al concluir, aquel monstruo de tres mil cabezas estalló en gritos: Ahhh… Ahhh….Obama! Obama! Obama! el gimnasio se estremeció hasta los cimientos; lo vi a solo tres metros de mi asiento: Barack Obama llegó con una sonrisa capaz de desarmar a cualquiera; busqué en su rostro huellas de cansancio en su rostro, habían pasado solo unas horas después de su informe presidencial en Washington. No había tal fatiga, vi a un líder radiante, lleno de energías; enfundado en un impecable traje de lana negro, camisa blanca y corbata de rayas blancas y negras que estilizaban su espigada figura. El gimnasio de la Universidad de Tampa lucia abarrotado de estudiantes, profesores, políticos y gente de comunidad local. Allá afuera, muchos no lograron entrar, a pesar de haber esperado más de tres horas, y haber tenido que luchar el día anterior por un boleto haciendo fila durante más de cuatro horas.
Obama es un orador articulado, carismático y con dominio escénico; anunció lo que la gente ansiaba escuchar: la construcción de una red ferroviaria de alta velocidad en el país, que incluirá trece líneas en total. Los trenes bala unirán varios corredores estratégicos en el país; en Florida específicamente conectara a Orlando y Tampa y en una segunda etapa a Miami; en California unirá a Los Angeles y a San Francisco; la inversión alcanza los 8,000 millones de dólares. Obama sabe que su gobierno debe desarrollar las economías regionales y por supuesto dar opciones al transporte vehicular y aéreo, especialmente en las zonas de rápido crecimiento. Este plan por supuesto, generara empleos y será uno de los varios pasos para combatir la desocupación en momentos en que la tasa de desempleo alcanza el alarmante nivel del diez por ciento en el país.
Predicando con el ejemplo, Obama dijo al final de su discurso a la vez que se quitaba el saco: “El cambio nunca llega sin lucha, Florida. Y yo no dejare de luchar y sé que ustedes tampoco. Es momento de arremangarnos las mangas de la camisa y de trabajar todos juntos, para restaurar la economía de este nuestro gran país”. Un hombre de piel oscura grito allá atrás: “Si, si podemos” a lo que el Presidente respondió de inmediato: “Si, si podemos” y de nuevo el monstruo se enardeció al ver a su líder despojarse de su saco negro, mostrar su delgada figura y quedar expuesto en mangas de camisa, invitando a la gente a iniciar el dialogo, a través de sus preguntas. Obama mostró una vez mas ser un torero que sabe torear el toro; en Tampa hay confianza en su habilidad de lucha y en la fortaleza de su liderazgo para hacer que su “tren de alta velocidad” sea el principio de una economía más saludable. Yo me uno a este grupo de la esperanza, confiando en que su tren bala nos lleve a un mejor destino…