sábado, 2 de marzo de 2013

Pico de desolacion...

Me interné en sus profundos ojos negros; una pañoleta beige, con discretos rombos color marrón, anudada al cuello, le daba un aire de dignidad y suficiencia. Agitaba sus manos al hablar luciendo el esmalte brillante y “nude” de sus uñas, y en sus dedos índice y anular de su mano derecha, luciia dos sortijas de oro macizo: uno coronado por un diamante y el otro, minimalista, delgado y reluciente.  Sentado en aquel mullido sofá de piel, en la tibieza de su sala, abrigado por toscas paredes y gruesos muros; ese espacio intimo estaba decorado con jarrones de talavera de gusto exquisito, por algunos portarretratos de madera labrada, y por algunas espigadas esculturas de plata de Taxco; en los rincones, colocadas con desdén aparente, había varias canastas de mimbre de San Juan del Rio de distintos tamaños; echando el torso hacia adelante, la mire fijamente y me aventuré a lanzar mi última pregunta, con la que finalizaba una hora de conversación con Angeles Mastretta.

“Angeles, hace poco le pregunté a la escritora Rosa Montero, ¿cuál es el papel de la verdad y la mentira en sus obras de ficción? Rosa me respondió que en sus novelas, la verdad se salvaba por las mentiras que cuenta; ¿cuales verdades se salvan en tu novela, Arráncame la vida?” Angeles sonrió enigmáticamente y respondió:”si la ficción surge de dudas que yo tengo, y mis respuestas son mentiras, entonces los libros que escribo son eso, viles mentiras; sin embargo, yo creo que la ficción es real, porque creo que al crear un mundo ficticio en una novela y hacerlo bien y fiel a mi misma, ese universo se vuelve real. Por lo tanto, lo que fue mentira, se vuelve verdad”. Reaccionando de inmediato, le dije: “Pues yo como lector y tu cómplice, creo y recreo tus mentiras y las vuelvo verdades y te quiero pedir que sigas dudando y sigas escribiendo. Al escucharme tan decidido, Angeles bajó la cabeza y dijo en voz baja:” Muchas gracias por tu deseo, porque estoy pasando por un pico de desolación para escribir; seguramente voy a salir, pero ignoro cuándo…”

Hace ya trece años que ocurrió esta conversación con la autora y veintiocho años de la publicación de su novela Arráncame la vida, cuya lectura cambio para siempre la percepción que yo tenía de la forma como escriben las mujeres en Mexico. La vida no es muy seria en sus cosas y hace trece años pensé que su respuesta era exagerada y melodramática; confieso que en ese momento no entendí ni dimensioné su aseveración de “estoy pasando por un por un pico de desolación” hasta que personalmente lo enfrenté. Lejos estoy de considerarme un escritor, pero durante años te tenido una puntual cita semanal con la escritura, independientemente de mi carga habitual de trabajo; escribir para mi ha sido mi terapia y mi salvación de la esquizofrenia; esta cita la interrumpí el 23 de Noviembre del año pasado y por estos meses, dejé de enviar mi artículo y suspendí mi Blog titulado La traición de la memoria. Por años había sido fiel a mi escritura hasta que me di cuenta que había adentro de mi un vacio que tenía que llenar de mí, antes de continuar escribiendo y pretender responder mis dudas a través de verdades o mentiras.

Las primeras semanas empecé a recibir algunos correos electrónicos de amigos, cómplices que me enviaban notas intentando animarme a seguir escribiendo. Algunos otros pensaron que tal vez había extraviado la dirección electrónica de sus correos, y por eso no estaban recibiendo mis artículos; otros más asumieron que estaba enfermo y hasta llegaron a preguntarme cómo seguía. Nada parecía aliviar mi desolación hasta que ayer viernes, al terminar la semana, de forma natural y sin proponérmelo, experimenté de nuevo un cosquilleo en el estómago y las yemas de mis dedos me empezaron a arder, sensaciones que solo se calman cuando consigo aplastar las teclas de mi tablero. Hoy sábado 23 de Febrero, reanudo mi tarea y aquí estoy, listo para continuar entretejiendo historias que buscan esclarecer el oscuro oleaje de mis días, que me ayudan a evocar otros mundos, que me trasladen a otras bahías y que evitan la irrupción de fantasmas que fomentan la traición de la memoria…

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Enhorabuena por ese retorno. Las ausencias pueden servirnos para reinventarnos, para redefinir el rumbo si es el caso y darnos cuenta que por más lejos que se haya llegado, siempre habrá nuevos caminos en que aventurarnos. Un afectuoso abrazo Luis.

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