“Identifican al asesino” dice el encabezado noticioso; “La Secretaria de la Defensa presentó a Julian Zapata, alias “el Piolín” como el presunto asesino del agente de la ICE, Jaime Zapata”. Junto a la noticia en primera plana, se destaca una enorme foto de la cara del acusado. ¿Por qué será que en México, en vez de ver una gran foto del rostro del Jefe de Seguridad que lo captura, vemos siempre al narco acusado en primer plano? ¿Quién no recuerda la foto de La Barbie y su camiseta Polo color verde? ¿O la foto del JJ ostentando el alto nivel adquisitivo que disfrutaba hasta antes de ser detenido? Probablemente cuando veamos la foto de un Jefe de Seguridad en vez del narco será el síntoma indiscutible que se empieza a ganar la guerra en contra de los cárteles.
Hace algunas semanas, y casi un año después de un altercado en un bar que lo volvió famoso, fue detenido José Jorge Balderas Garza, conocido por su sobrenombre: El JJ; esa pelea terminó con la carrera de un jugador de futbol paraguayo, Salvador Cabañas, emergente símbolo y efectivo goleador del equipo América, a quien un tiro en la cabeza le dejó permanentemente disminuido; y el JJ, prácticamente desconocido hasta entonces lo convirtió en celebridad por la agresión al futbolista guaraní.
La cobertura mediática de la presentación pública del JJ al ser finalmente detenido, provocó un ilustrativo alborozo de los comunicadores y los públicos: las redes sociales y los medios saturaron con la entretenida conversación sobre la ropa de marca que el acusado traía, despertaron cierta simpatía ante la “credibilidad” de sus reproches al decirse traicionado por sus compinches, exhibieron hasta el cansancio la sonrisa del JJ en horario estelar, ventilaron una y otra vez el chisme entre el acusado su novia colombiana que fue reina de belleza --también detenida, e incluso se volcaron en elogios sobre el aspecto atlético del detenido.
La amplia difusión de los narcos los hace triunfadores. Los medios tradicionales y emergentes al difundir las entrevistas, contribuyen a acrecentar el anhelo de muchos: ¿quién no sueña con tener una novia colombiana, bella entre las bellas? ¿Quién no aspira a comprar ropa de marca? ¿Quién no quiere poder decir que vende 18 kilos al mes de cocaína sin salir de su casa? ¿Quién no quiere divertirse en los bares de moda y codearse con futbolistas y artistas? Qué importa si para poder llegar a eso haya que matar y ser narco.
Antes, al ser presentados ante la prensa, los narcos negaban dedicarse a vender droga. Decían que eran agricultores, o ganaderos. Hoy, lo presumen. Lo de la cocaína, el JJ mismo lo ha reconocido en esas entrevistas, es tan sólo un negocio; y su negocio “particular” creció a partir de la fama que los medios le ayudaron a construir luego del incidente con Cabañas en el Bar Bar. Como participante activo de las redes sociales y como receptor de algunos medios tradicionales, me niego a seguir este juego de convertir a los narcos en celebridades.
Pero es que a los comandantes y jefes de seguridad podemos llegar a verlos todos los días en uno u otro medio, en cambio, la foto del narco es noticia. Entiendo tu punto, por algo encuestas de la SEP señalan que muchos adolescentes ven al narcotráfico como vía de superación económica, pero desde el punto de vista noticioso, qué aburrido poner la foto del General cada que atrapan a un capo. No es que los medios quieran convertirlos en héroes, pero en fotos, como en noticias, la novedad gana.
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