lunes, 29 de noviembre de 2010

No es envidia...

He caminado por las calles de Rio de Janeiro, en siete o tal vez ocho ocasiones; es una de las ciudades más bellas del mundo, pero también, es innegable, una de las más peligrosas. En los últimos días, los titulares de los medios se han dado a la tarea de cubrir una cruzada de seguridad que intenta recuperar el control de las favelas, que por años han asolado la hermosa ciudad carioca. Este es el resumen:

Como "un paso decisivo" para la política estatal calificó el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral Filho, la salida de los traficantes de drogas al interior de las favelas. Además, agregó que es importante que el Ejército continúe apoyando las operaciones para recuperar las áreas dominadas por los narcotraficantes, así como también es fundamental que la Policía Federal participe en las nuevas acciones que se realicen en las favelas de Río de Janeiro.

"Vamos a seguir trabajando articulados con las Fuerzas Armadas y vamos a seguir trabajando articulados con la Policía Federal, bajo el mando del secretario de seguridad José Mariano Beltrame, para que podamos traer más paz y más territorios conquistados", dijo Cabral, después que las fuerzas especiales ingresaron al Complexo Alemao, donde se han recuperado una gran cantidad de armas y drogas, y se ha detenido decenas de habitantes.

Como mexicano, al ser testigo del impacto de la inseguridad y de la lucha entre sicarios y fuerzas armadas en mi país que parece interminable, me asaltan dos preguntas: o la situación de Brasil implica la configuración de una estrategia magistral, eficaz, eficiente  y casi milagrosa entre el mando único del orden público: policía municipal, federal y fuerzas armadas, o bien, se trata de una excelente estrategia de medios que intenta en su agenda, lograr la tranquilidad de los millones de turistas que con motivo de la copa mundial de futbol del 2014, planean viajar a Rio.

Los titulares son bastante convincentes y ahí es donde me asalta la duda: Como explica George Lakoff, especialista en lingüística cognitiva, todas las palabras se definen en relación a determinados marcos conceptuales que conforman una manera de ver el mundo. El reto del periodismo riguroso es mostrar de la forma más fidedigna posible una realidad siempre compleja y que a menudo aparece distorsionada por la controversia política o ideológica. En situaciones altamente polarizadas, como el caso de Rio, ciudad sede de la copa mundial, ofrecer al lector una visión lo más objetiva posible exige un ejercicio de distanciamiento que no siempre los medios son capaces de realizar. Y mi preocupación es que éstos se queden atrapados en el lenguaje y que en su elección de determinadas palabras, no muestren la realidad objetiva sino una particular visión de esa realidad, en vías de tranquilizar a los turistas que en este momento están haciendo planes y reservas.

No es envidia, es mera reflexión…

 

 

 

lunes, 15 de noviembre de 2010

Cronica de una derrota anunciada...

Anunció que la pagaría y lo cumplió; el invencible filipino Manny Pacquiao, se convirtió el pasado sábado 13 de Noviembre en campeón superwelter del CMB, tras destruir a Antonio Margarito quien no pudo con la velocidad del devorador de mexicanos. El “Tornado de Tijuana” se convirtió en el noveno mexicano que sucumbe ante los puños de uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos. El rictus de Margarito, con los pómulos hinchados, amoratados, y la honda herida debajo del ojo derecho, al final de la contienda, resume a la perfección la crónica de una derrota anunciada.

La batalla inició desde antes de que los peleadores se subieran al ring, cuando Antonio Margarito se burló del mánager del filipino, Freddie Roach, imitando públicamente su tartamudeo y sus manos temblorosas. Roach padece Parkinson desde hace años; el video del escarnio de Margarito fue subido a la red desatando un escándalo, puesto que la burla hacia Roach, ofendió también a las personas quienes padecen esta enfermedad. El también congresista filipino juró públicamente vengar la afrenta. Sonó el primer campanazo y fue como si hubieran activado un switch en la cabeza de Pacquiao, quien convertido en una maquina de tirar golpes, nunca apaciguó su furia contra el mexicano.

Para el cuarto round el mexicano ya tenía cerrado el ojo derecho, era como un globo debajo de la órbita, que sangraba y le impedía ver las ráfagas de Pacquiao, ya de por sí tan rápidas que no tenía manera de esquivarlas. El daño en el rostro del mexicano creció conforme pasaron los asaltos, para el octavo, ya tenía lastimado el pómulo izquierdo y el castigo de Manny cada vez era más certero y más severo.

El orgullo del de Tijuana lo llevó a reaccionar en un par de ocasiones, pero todo fue inútil, Pacquiao se habia convertido en una pesadilla real. Manny fue el tornado que presume ser Margarito; durante la pelea, castigó al mexicano en cada episodio, a placer y sin misericordia. Sí, era algo personal…Margarito pagó con sangre su afrenta; Paquiao cobró la deuda y de acuerdo con la tradición filipina, Roach se encuentra de nuevo en posesión de su honor…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lunes, 8 de noviembre de 2010

El indiscreto encanto intelectual de Obama...

“Unfortunately, America's practical culture has never embraced intellectuals. The intellectuals' education and expertise are viewed as a form of power or privilege. Intellectuals are seen as a small arrogant elite who are pretentious, conceited, snobbish. Geniuses' are described as eccentric, and their talents dismissed as mere cleverness. Their cultured view is seen as impractical, and their sophistication as ineffectual. Their emphasis on knowledge and education is viewed as subversive, and it threatens to produce social decadence.”

Richard Hofstadter.

Obama llegó al poder, apoyado por una ola de entusiasmo popular que jamás había visto en los años que me ha tocado vivir en este país. De la noche a la mañana, un desconocido y literalmente “oscuro” político de Chicago se convirtió en Presidente de Estados Unidos,  despertando la simpatía internacional y convirtiéndose instantáneamente en un héroe. Yo lo vi personalmente en Tampa, Florida a principios de Enero de este año: vi a un Obama casi invencible subirse al estrado con la energía del vencedor, para dirigirse a la multitud que lo vitoreaba, sintiéndose capaz de todo: de abordar la reforma de salud, de cortar las ambiciones de Wall Street, de fomentar una economía que viajaría a mas alta velocidad que los trenes bala, de vislumbrar una reforma migratoria;  en resumen, de restablecer el sueño americano.

Cuando surgieron los primeros síntomas de que el cambio no fluía, que sus reformas se topaban con miles de obstáculos y que la situación económica exigía otras medidas, Obama, convertido ya en una estrella rutilante, persistió con desproporcionada confianza en sí mismo, con la seguridad de que el público acabaría entendiendo y rindiéndose ante la verdad. He continuado  observando sus fotos que aparecen en los medios, durante los últimos meses: su sonrisa se ha ido haciendo forzada. Han continuado los “foreclosures” de viviendas y ha seguido creciendo el desempleo y la sonrisa de Obama ha dejado de ser la de un líder seguro y empieza a ser la mueca de un político arrogante.

La arrogancia de Obama ha sido motivo de crítica, muchas veces injusta, de parte de la derecha. El Tea Party ha explotado el “indiscreto encanto intelectual” de Obama -educado en Harvard- y de su Administración, como una prueba de su separación respecto al país real, a la América profunda. El rechazo hacia todo lo que huela a academia e intelectualidad es un fenómeno que personalmente he enfrentado en este país cuando inicié mis estudios de posgrado en 1980; hay en la sociedad norteamericana un desdén hacia los académicos, especialmente en contra de aquellos que tenemos un acento foráneo al hablar o un diferente color de piel. Parece como si el americano promedio se sintiera incómodo ante la presencia de “aliens” contra los cuales no se siente capaz de competir. Su crítica más común, es el escaso pragmatismo adjudicado a nosotros los escolásticos y nuestro afán de cuestionar la realidad, visto como un ejercicio contemplativo e inútil.

Pero, en el caso de Obama, esa crítica reposa sobre un sustrato cierto. Su intelectualismo es obviamente, una garantía de su solvencia, pero también es motivo de una actitud excesivamente conciliatoria y contemplativa ante los acontecimientos. Personalmente, -y tal vez por mi simpatía hacia él, creo que su arrogancia no es el fruto de una cuna privilegiada sino el producto de un éxito prematuro. Esa personalidad se ha visto reflejada en su política. Quizá el momento elegido no era el mejor para la reforma de salud, quizá tuvo que atender los primeros síntomas de malestar entre los ciudadanos. Pero lo que distingue a los gigantes políticos es su capacidad de acertar en las decisiones inmediatas. Obviamente, Obama no ha acertado. Me parecen magníficos algunos de sus logros y extraordinariamente nobles sus motivos. Pero la mayoría de los norteamericanos no lo cree y, debo admitirlo: el presidente no ha logrado conectar con los electores; esta semana, es evidente que los americanos han votado nuevamente por el cambio…

 

 

 

 

lunes, 1 de noviembre de 2010

Errando tambien se aprende...

La semana pasada, recibí un correo electrónico de una alumna pidiéndome explicaciones del por qué había obtenido 92 como calificación final, en vez de 100, añadiendo que tal calificación le había provocado depresión y “decepción de sí misma”. Le respondí explicándole cuales habían sido sus errores: específicamente, en un ensayo que redactó, no dio crédito a las fuentes bibliográficas que utilizó, y eso se llama plagio, hablando en “plata pura”.  Ignoro si mi correo le haya ayudado a salir de la postración que la aquejaba y sentí pena por su fútil afán de obtener 100 inmerecidamente;  indudablemente vivimos en una sociedad que premia el acierto y penaliza el error. Para nuestro sistema educativo, el error es estéril y vacío.

La historia de la humanidad está llena de errores que nos han llevado más allá de nuestros límites. Desde el error de cálculo que condujo a Colón al continente americano, muchos aciertos humanos han salido de pequeñas y grandes catástrofes. El yogur, hoy presente en la mayoría de los hogares, lo descubrió según la tradición, una caravana de comerciantes búlgaros que trasladaban leche de un poblado a otro, sin que supieran que para conservarla, había que mantenerla refrigerada y vieron cómo, por efecto del sol, ésta se había fermentado. Uno de ellos la probó para ver hasta qué punto se había echado a perder. El sabor le gustó y, con el tiempo, se descubrió que tenía efectos benéficos  para el estómago. Había nacido un producto que conquistaría el mundo. Tenemos mucho que aprender de los errores.  Es algo que me gusta comunicar a mis alumnos: no hay que tener miedo a equivocarse, porque no hay otra manera de aprender. La vida es una constante prueba y error. James Joyce, el genial escritor irlandés dijo que “Las equivocaciones son los portales del descubrimiento”.

Steve Jobs, el fundador de Apple, al terminar su primer semestre universitario, se dio de baja por mala escolaridad en Reed College; con el tiempo y después de largos esfuerzos se convertiría en un genio creativo y en un empresario exitoso quien en 1984 contrató a John Sculley para que dirigiera con mayor eficacia, la empresa que él mismo había fundado. La mala relación entre los dos, precipitó la renuncia de Jobs, debido al apoyo de los accionistas otorgaron al recién llegado. Sin embargo, gracias a su despido, Steve tuvo tiempo de crear en 1986 la compañía de películas de animación Pixar, que firmó acuerdos con Walt Disney para producir algunas películas de enorme éxito, como Toy story. Pixar terminó en manos de Disney por 7.400 millones de dólares, y Jobs se convirtió en el mayor accionista individual de la misma Disney. Su éxito no pasó inadvertido a Apple, que en plena crisis le devolvió las riendas en 1997 para que reflotara la empresa; con su regreso, empezaría la edad de oro de la compañía, con éxitos masivos como el iPod, los nuevos iMac o los actuales iPhone.  La semana pasada, el Presidente Barak Obama se reunió durante 45 minutos con Steve Jobs,  el famoso ex-alumno “deficiente y errático” de Reed College para discutir dos temas fundamentales: competitividad y educación.  Seguramente Jobs tendrá mucho que decir al respecto: ha sido un arduo e invencible guerrero en la carrera por la competitividad y en cuanto a la educación, ha sido el vivo ejemplo que errando también se aprende…

 

PD: ayer recibí un correo electrónico de mi alumna, diciendo que estaba conforme con el resultado y que ahora entendía las razones de su nota final. Me alegré muchísimo por su aprendizaje!