He caminado por las calles de Rio de Janeiro, en siete o tal vez ocho ocasiones; es una de las ciudades más bellas del mundo, pero también, es innegable, una de las más peligrosas. En los últimos días, los titulares de los medios se han dado a la tarea de cubrir una cruzada de seguridad que intenta recuperar el control de las favelas, que por años han asolado la hermosa ciudad carioca. Este es el resumen:
Como "un paso decisivo" para la política estatal calificó el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral Filho, la salida de los traficantes de drogas al interior de las favelas. Además, agregó que es importante que el Ejército continúe apoyando las operaciones para recuperar las áreas dominadas por los narcotraficantes, así como también es fundamental que la Policía Federal participe en las nuevas acciones que se realicen en las favelas de Río de Janeiro.
"Vamos a seguir trabajando articulados con las Fuerzas Armadas y vamos a seguir trabajando articulados con la Policía Federal, bajo el mando del secretario de seguridad José Mariano Beltrame, para que podamos traer más paz y más territorios conquistados", dijo Cabral, después que las fuerzas especiales ingresaron al Complexo Alemao, donde se han recuperado una gran cantidad de armas y drogas, y se ha detenido decenas de habitantes.
Como mexicano, al ser testigo del impacto de la inseguridad y de la lucha entre sicarios y fuerzas armadas en mi país que parece interminable, me asaltan dos preguntas: o la situación de Brasil implica la configuración de una estrategia magistral, eficaz, eficiente y casi milagrosa entre el mando único del orden público: policía municipal, federal y fuerzas armadas, o bien, se trata de una excelente estrategia de medios que intenta en su agenda, lograr la tranquilidad de los millones de turistas que con motivo de la copa mundial de futbol del 2014, planean viajar a Rio.
Los titulares son bastante convincentes y ahí es donde me asalta la duda: Como explica George Lakoff, especialista en lingüística cognitiva, todas las palabras se definen en relación a determinados marcos conceptuales que conforman una manera de ver el mundo. El reto del periodismo riguroso es mostrar de la forma más fidedigna posible una realidad siempre compleja y que a menudo aparece distorsionada por la controversia política o ideológica. En situaciones altamente polarizadas, como el caso de Rio, ciudad sede de la copa mundial, ofrecer al lector una visión lo más objetiva posible exige un ejercicio de distanciamiento que no siempre los medios son capaces de realizar. Y mi preocupación es que éstos se queden atrapados en el lenguaje y que en su elección de determinadas palabras, no muestren la realidad objetiva sino una particular visión de esa realidad, en vías de tranquilizar a los turistas que en este momento están haciendo planes y reservas.
No es envidia, es mera reflexión…