Aunque no ha sido “santo de mi devoción” confieso que me emocionó ver a Felipe Calderón dirigiéndose en pleno al Congreso Estadounidense y su discurso puso una vez más en evidencia la fuerte división política entre los demócratas y los republicanos. Enfundado en un severo traje oscuro y discreta corbata de rayas color vino, fue recibido con una ovación unánime por ambas facciones en la sala de la Cámara de Representantes, lugar en donde ocurrió la sesión solemne. Debo reconocer que aunque con errores, el liderazgo de Calderón a la hora de luchar, (en una suerte de “David vs. Goliat”) contra el narcotráfico, ha sido reconocido en forma aplastante por los legisladores americanos. Sin embargo, a la hora de poner “el dedo en la llaga” y pedir que se reinstaure la prohibición de venta de armas de asalto, que caducó en 2004, ahí sí los gringos republicanos dejaron de aplaudir; “"Hoy en día existen más de 7.000 armerías a lo largo de la frontera con México donde prácticamente cualquier persona puede comprar estas poderosas armas", dijo Calderón. El presidente mexicano despertó aún más controversia cuando criticó, una vez más, la ley aprobada en Arizona que declara delito estatal la inmigración ilegal.
Y justo cuando la ciudad de Los Angeles declara a los cuatro vientos su boicot económico en contra del estado de Arizona por la nueva ley de inmigración al considerarla anticonstitucional y racista, aparecieron para sorpresa de muchos, varias encuestas publicadas en medios norteamericanos en los que evidencian que la mayoría de estadounidenses está a favor de la legislación. Un 73% de los estadounidenses, según sondeos similares del Centro de Investigaciones Pew y de McClatchy-Ipsos, está a favor de la Ley SB1070 que a partir del 29 de julio criminaliza la inmigración ilegal en Arizona, permitiendo a la policía detener e interrogar a una persona por su condición migratoria. La mayoría tampoco considera que la ley iria en contra de sus derechos civiles y cree que es positiva para frenar la inseguridad y el desempleo, situaciones que muchos ligan al problema irresuelto de 12 millones de indocumentados en el país.
Las mediciones de opinión tienen la capacidad de ayudar a moldear las fuerzas políticas; quienes parecen minorías, de repente pueden transformarse en mayorías. Las nuevas tendencias cambian conductas y desinhiben a quienes se mantenían en silencio o políticamente correctos. Como ejemplo podemos citar al procurador general de la Florida, Bill Mc Collum, quien después de criticar la ley, ahora dijo que apoyaría una similar en su estado. En situaciones convulsionadas y polarizadas, se corre el riesgo que los políticos actúen demagógicamente tratando de halagar o escudarse en las mayorías, aún si están equivocadas, prestándole demasiada atención a muestras de opinión que pueden cambiar radicalmente según el contexto y los hechos del momento.
Lo positivo de estos factores: la visita de Calderón a Washington, aunado a la legislación que promulgó la gobernadora de Arizona, Jan Brewer y los malos resultados de las encuestas para las minorías, es que han despertado el debate y han puesto al tema de la inmigración de nuevo en igualdad de condiciones con la crisis económica, las guerras y la reforma de salud; ya era tiempo: en estos primeros años de Obama he sentido que en cuanto a la Reforma Migratoria, entre mas voy pa’ allá, mas lejos queda…así que, ya era hora…
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