Como todos los sábados, me levanté con la ilusión de caminar a la orilla del mar, ese espejo plural que forma parte de mi vida cotidiana de cada fin de semana; soy feliz viendo como las olas vienen y van trayéndome astillas de memorias y llevándose entre su espuma fantasmas que desecho. Nada como exorcizar alegrías y nostalgias en el mar. Tenía yo seis años cuando lo vi por primera vez; mi abuela me llevó de la mano expresamente a ver el mar. La fuerza de las olas esbeltas y ligeras, su color azul turquesa y “esa voz antigua de viento y de sal” fueron imágenes visuales y auditivas que se impregnaron en mi, para siempre. Al observar de reojo mi fascinación, mi abuela me regaló un caracol, lo acercó a mi oído y me dijo:”con él, escucharas siempre el rumor del mar”. Y ahí, frente a la playa Miramar, nos sentamos sobre la arena y me contó una historia que no he podido olvidar: la historia de Alfonsina y el mar. Este 25 de Octubre, Alfonsina Storni cumple setenta y un año de haberse arrojado desde una escollera al mar, para ver a la muerte cara a cara.
Nacida el 29 de mayo en Sala Capriasca, Suiza, en 1892, junto con su familia emigró a Argentina a los cuatro años de edad. La obra de Storni se distingue por el tono apasionado con el que canta al amor, para descubrir el mundo intimista de la mujer. Al igual que mi abuela, Alfonsina fue maestra de Literatura, y desde muy joven empezó a escribir y publicar sus poemas en revistas literarias de Rosario, Argentina. En 1911, conoce a un hombre del ambiente periodístico, con quien tuvo un romance que duro poco; posteriormente a su ruptura amorosa, renuncia a su puesto y se traslada a Buenos Aires, con un hijo que venía en camino. Poco después del nacimiento de Alejandro, su único descendiente, el Consejo Nacional de Educación le otorga una plaza de maestra y desde entonces divide su ocupación entre la enseñanza y las cátedras de declamación; en 1916, comenzó a frecuentar círculos literarios, conociendo a Federico Garcia Lorca, Horacio Quiroga y Gabriela Mistral; en ese mismo año publica La inquietud del rosal, libro con que inicia su ciclo poético; entre sus obras principales destacan El dulce diario, Antología Poética y Poemas de amor. Su libro Languidez le hace merecedora del Premio Nacional de Literatura, colaborando en importantes revistas como Nosotros, La crítica y en el periódico La nación; en 1935 le fue detectado cáncer de mama, y aunque fue operada, continuó con padecimientos. El suicidio de sus amigos, Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones le produce una gran depresión y en 1938, compra un boleto de ida a Mar del Plata y desde ahí, escribe una carta a su hijo y un poema de despedida, titulado Voy a dormir que envía por correo a La nación. El 25 de Octubre de 1938 salta hacia el mar; su historia, ha trascendido a partir de su obra poética y por la popularidad de una composición de Ariel Ramirez y Felix Luna, basada en su poema póstumo. La canción Alfonsina y el mar ha sido interpretada por varios artistas, destacando la versión de la inolvidable Mercedes Sosa. Les incluyo su último poema y el link de la canción Alfonsina y el mar.
Voy a dormir
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.
http://www.youtube.com/watch?v=RVWiwGby5F0
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