Usualmente en México, cuando hablamos de realizar alguna tarea difícil, utilizamos una expresión que dice, “Hmm hacer ese trabajo es muy complicado, ni que fueran enchiladas”. La última vez que intenté hacer enchiladas en casa a petición de unos invitados, me di cuenta de cuán alejada de la verdad está esa aseveración: además freír las tortillas, rallar el queso, hervir previamente el pollo, agregándole ajo, sal y cebolla, y después esperar a que enfríe para deshebrar con paciencia y pulcritud las pechugas, y en paralelo hacer la salsa (roja o verde) previo cocimiento de los tomates o tomatillos, con la cebolla, el chile, y una pizca de sal, moler estos ingredientes en la licuadora, para después colar la salsa quitándole las semillas, y casi para terminar, agregar cilantro finamente picado; el proceso termina una vez que tomamos la tortilla frita, cuidando que esté caliente para poderla doblar, rellenarla con el pollo deshebrado, bañarla generosamente de salsa, espolvorearle el queso y agregarle la crema. Este es un proceso complicado e injustamente tachado como una tarea fácil. ¿Sera esta apreciación tan peyorativa, producto de la ignorancia? ¿Será otro ejemplo más del desdén que sentimos por las labores domesticas? No lo sé con certeza, pero si se que el trabajo de Carla Estrada, como productora de televisión, ha sido aun mas retador y complicado que elaborar las dificultosas enchiladas.
Egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, en la ciudad de México, incursionó en Televisa a inicios de los ochenta, en el mundo de la producción televisiva, ocupado en esa época solamente por hombres; fue la primer mujer en ocupar el puesto de productora, enfrentando los consabidos obstáculos y las dudas sobre su capacidad de liderazgo; Carla recuerda que hubo actores y actrices se rehusaban a trabajar con ella, porque era mujer y por lo tanto carecía de poder y experiencia; ha mencionado además que fue blanco de las burlas de los equipos técnicos y de algunos de sus colegas. Sin embargo, por la calidad de su trabajo, ha alcanzado el reconocimiento y el éxito. Arriesgada siempre y buscando nuevos caminos de expresión en sus producciones, su trabajo se ha centrado principalmente en las telenovelas, logrando hacer una escuela sobre todo en las llamadas series de “época”; tal vez su logro más sobresaliente es que ha integrado un equipo de trabajo que ha mantenido unido por más de veinte años, cuidando que cada proyecto que cae en sus manos, salga con la calidad y la excelencia que les ha caracterizado en todo este tiempo.
Conversé con Carla en Septiembre de 2007 cuando acudió, invitada por la Cámara de Comercio México-EEUU en Miami para recibir un Reconocimiento por su trayectoria. “Me siento muy afortunada, dijo, orgullosa y comprometida con México y con esta ciudad que ha abierto sus puertas a tantos extranjeros; Miami es una ciudad generosa y se ha convertido en un sitio multinacional, destino de tantos como yo, que buscamos una oportunidad para demostrar nuestras habilidades y capacidades.” “Me alegra mucho que te den un premio fuera de nuestro país”, le comente, “porque implica que eres vista y reconocida desde una perspectiva más amplia”. “Efectivamente”, afirmó “en un principio fue difícil, porque me toco abrir espacios, pero afortunadamente vivimos en otra época, en donde las barreras del genero ya no son tema de discusión”. Estoy de acuerdo con Carla; hemos roto las expectativas de los roles que debemos jugar. He decidido que además de trabajar y escribir, voy incursionar y a experimentar en la cocina; hay mucho terreno en común entre escribir y cocinar: ambas actividades fomentan el espíritu creativo que nos salva del pensamiento ocioso; después de todo, hay una gran cantidad de expresiones y refranes que la gente dice refiriéndose al acontecer cotidiano y la comida, que son sujetas a comprobación por parte de lingüistas obsesivo-compulsivos como yo: “de lengua, me como un plato”, “del plato a la boca, se cae la sopa”, “ esta sopa no tiene madre, es hija de una vecina“, “en todos lados se cuecen habas”, “esos son garbanzos de a libra”, “ tan fácil como decir Lupe, enchílame otra gorda” y hay una particularmente con la que voy a empezar: “eres ajonjolí de todos los moles”. En las siguientes semanas, probare la validez del uso del ajonjolí como ingrediente principal en las múltiples versiones coloridas del mole mexicano.
No creo que la frase "Ni que fueran enchiladas" sea producto de la ignorancia, más bien es producto de tú ignorancia el que se te dificulte tanto hacer enchiladas. Ya que es un platillo muy sencillo.
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