Aspiró el aroma de una humeante taza de café negro, tomó un sorbo y sonrió; había llegado con el aire inconfundible del que sabe el terreno que pisa: llevaba un saco azul marino y botones dorados, una camisa blanca sin cuello, un pantalón gris Oxford, y los zapatos negros relucientes. Llevábamos más de una hora conversando en la cafetería del Hotel Ambassador y era ya la tercer taza de café que nos traía el mesero. “Recuerdo haber visto uno de tus primeros trabajos periodísticos en televisión cubriendo la Revolución Sandinista en Nicaragua” le dije a Ricardo; “te vi después como conductor de la serie Nuestras Realidades, uno de los primeros programas de debate entre partidos políticos; y personalmente creo que tus reportajes sobre las matanzas de Aguas Blancas y Acteal fueron un parte aguas dentro del periodismo mexicano. Hay algo que me ha quedado siempre muy claro de ti: tú no eres un periodista objetivo”. “¿Cómo?” pregunto Ricardo Rocha y pasaron unos segundos, mientras sentía sus oscuros ojos abiertos, encima; “si”, afirmé, “dije que no eres un periodista objetivo, porque no eres objeto, sino sujeto y por lo tanto tu trabajo es subjetivo. Haces un periodismo subjetivo, que da voz a los que no la tienen y fue la firmeza de tus convicciones lo que te llevó justamente a dejar Televisa ”.
“Varios acontecimientos fueron complicando mi estancia y empujaron mi salida en Televisa”, me dijo Ricardo.”En junio de 1995 se dio la matanza de campesinos en Aguas Blancas, en Guerrero. Como no creímos la versión oficial, porque resultaba inverosímil, investigamos el caso durante varios meses, hasta que un día alguien me envió en forma anónima un video. Era el video de la matanza de los campesinos, y este material probaba no solamente que el gobierno los había matado, sino que además había engañado a la opinión pública, poniéndoles pistolas a los muertos. Le pedí a Emilio Azcárraga Milmo que viéramos el video. Azcárraga me dijo por teléfono, que si la pregunta era que si pasaba el video al aire o no, la respuesta era sí. Y pasó al aire. La transmisión provocó la renuncia del Gobernador Rubén Figueroa, compadre de Ernesto Zedillo, Presidente de México. Al poco tiempo murió Emilio y empecé a tener señales de que algo estaba deteriorándose en Televisa. En marzo de 1999, se me ocurrió hacer el reportaje "Aguas Blancas: segunda parte", que era el seguimiento del caso pocos años después. Para entonces, muchos de los culpables gozaban ya de libertad. Los pocos culpables que quedaban en la cárcel, vivían en un cuarto cómodamente acondicionado dentro de la prisión de Acapulco. Podían salir todas las noches, o les llevaban tríos y mariachis para que la pasaran bien. Logré que los sobrevivientes de la matanza fueran conmigo a Aguas Blancas para hacer una reconstrucción de los hechos. Estaba listo el reportaje para pasar al aire, y diez minutos antes de las once de la noche, me avisó mi productor que llegó alguien “de arriba” y sacó video con el reportaje de la cabina de producción. Ese día no hubo programa; le dije a Emilio Azcárraga Jean: "Si por alguna razón la nueva visión corporativa no concuerda con la mía, prefiero irme ". Se convenció de que era lo mejor y me dio una liquidación justa”.
La tarde transcurría sin prisas; allá afuera el sol empezaba a dar una larga torera, despidiéndose en el redondel; Ricardo y yo nos habíamos reunido a las seis de la tarde y era poco mas de las siete y media; la conversación no disminuía su ritmo y ninguno de los dos daba muestras de querer concluirla; Ricardo me contó que estaba dirigiendo una agencia de noticias que había emprendido a raíz de su salida de Televisa, integrada por 75 personas y que producía dos noticieros radiofónicos; había recibido en esos días una oferta de TV Azteca para conducir un programa que conjuntaba noticias y entretenimiento, muy parecida a la formula de su programa En Vivo y que se llamaría Animal Nocturno; en eso estábamos cuando llegó el mesero nuevamente con una cafetera en la mano.”Mas café, señores?” preguntó. “Déjanos la jarra mejor”, le dije y continué mi conversación con Ricardo. “Voltaire dijo: el café es un veneno lento; hace cuarenta años que lo bebo” exclamé entre risas, tratando de justificar la enorme jarra de café en la mesa; “Ojalá que llueva café en el campo” respondió Ricardo, asumiendo que habíamos empezado un duelo de frases celebres sobre el café. “Courteline dijo que se cambia más fácilmente de religión que de café, ¿tú qué opinas?” agregué rápidamente y Ricardo prosiguió: “Ernesto Che Guevara dijo: si no hay café para todos, no habrá para nadie; ¿cómo ves?”. Yo había pensado en mi siguiente cita y estaba listo para lanzarla, pero Ricardo no me dio oportunidad y agregó: “Ah, a propósito de café, recuerdo que una de las cosas que dije el día de mi renuncia fue: “Mira Emilio, esto es definitivo y acuérdate que “ni amigo reconciliado, ni café recalentado”.“Ah” respondí. “le hubieras aclarado que el café es solo “Para gente grande” aludiendo al título de su más importante serie en Televisa, que desveló de buena gana más de una generación en México, durante años. Ricardo sonrió con amargura, pero de buena gana…